A raíz del acto de inauguración del panteón en el antiguo cementerio de San Rafael, en memoria de los fusilados por el régimen franquista, quisiera dejar una serie de reflexiones, lejos€ muy lejos del apasionamiento desmedido que este tema suele originar.

La voluntad de los familiares por recuperar los restos que yacían en las fosas, no solo se sustenta en la coherencia de una paridad histórica, sino que además viene avalada por un minucioso trabajo de investigación realizado, en gran parte, por Francisco Espinosa, primer presidente de la ARMH de Málaga. El calado de estas indagaciones posibilitó que el proyecto de este mausoleo contara con el respaldo de Ayuntamiento de Málaga, Junta de Andalucía y Gobierno de la nación. La madurez y falta de resentimiento de esta asociación queda reflejada en las palabras pronunciadas por Espinosa el día de la inauguración. «Hoy podemos cerrar un duelo que ha durado más de 75 años. Y hacerlo sin afán de revanchismo, sólo con mucho dolor».

En una guerra pierden todos y en una Guerra Civil, unos infinitamente más que otros.

Un camino iniciado por un pequeño grupo de familiares, hace ahora once años, con la digna intención de recuperar los restos que aún después de más de setenta años de la contienda civil seguían sepultados en las fosas. Gracias al trabajo y la constancia de la ARHM de Málaga, en 2006 se consigue, a golpe de pico y pala, iniciar los trabajos que han permitido conocer la «otra» memoria, la que ha permanecido secuestrada más de 40 años por una «verdad» única e incuestionable. Es necesario y saludable pasar página, pero con el rigor y la madurez que posibilita el hacerlo sin censuras ni adoctrinamientos previos.

Los intensos momentos vividos en el evento me hicieron recuperar las sensaciones que me causó el seguimiento de las exhumaciones, a pie de fosa, reconstruyendo los terribles instantes vividos por miles de malagueños, antes de ser ejecutados.

El loable y laborioso trabajo de exhumación, llevado a cabo por el equipo de arqueólogos, revela que la eliminación no solo fue contra individuos supuestamente contrarios al golpe militar, sino que además, se asesinaron a personas que portaban en pechos y manos, crucifijos y medallas - en mayor número de la Virgen del Carmen- como lo certifican las piezas aparecidas junto a los esqueletos encontrados en los enterramientos. Este detalle evidencia la crueldad del exterminio, llegándose a fusilar sin distinción a ancianos, jóvenes y mujeres. Una de ellas, en el séptimo mes de embarazo. El conocimiento de estos hechos confirma la idea de que un considerable número de asesinados profesaban o simpatizaban con la fe católica, siendo acusados de rojos en beneficio de oscuros intereses de terceros.

Las pruebas descriptivas de la barbarie, quedaron grabadas a golpe de culata en los esqueletos hallados en las fosas de los catalogados como no adeptos al Alzamiento. Antes del fatal desenlace se fracturaron piernas, rostros, brazos, se encajaron tejidos en multitud de gargantas€y como medida ejemplarizante, la ejecución de más de 100 guardias civiles y carabineros. El apocalíptico final de esta macabra secuencia quedó sellado con el tiro en la nuca.

La inauguración de este panteón evidencia la madurez de la sociedad malagueña, al reconocer a los olvidados de la democracia, además de ser una pieza fundamental para ir acallando a los guardianes del apocalipsis y sus extemporáneos postulados. Preceptos que, al día de hoy, aún siguen intentando inocular a las nuevas generaciones, con el claro objetivo de perpetuar la división y enfrentamiento entre españoles.

«A río revuelto...».