Malísima suerte para la humanidad

Que malísima suerte tuvieron los pasajeros del copiloto suicida.. Ni se enteraron de que los estaban estrellando. Sólo el piloto golpeaba con furia la puerta de la cabina intentando evitar la destrucción.

Es una imagen tan evidente de lo que nos está a los pasajeros del planeta tierra que no creo sea indelicado emplearla. El destino de esos pasajeros muestra nuestra verdadera situación. Sólo los ecologistas alarman con decisión.

Porque los gobiernos en su conjunto, por sus propias inercias de verdad inoportunas, están ahora mismo estrellando a la humanidad contra el calentamiento climático.

En efecto sus propuestas de acción para la reunión de la ONU contra el CO2 en París aún son peligrosamente insuficientes. Su falta de energía para tomar medidas suficientes, para informar a la población del tamaño de la amenaza del calentamiento, para desmontar la contrapropaganda de los negacionistas, son tan suicidas como las obsesiones del copiloto.

La humanidad, los medios, los gobiernos aún pueden parar al CO2. ¿Lo veremos?

Pablo Osés Azcona. Fuengirola

Alemanes con pasado

Acaba de morir Günter Grass, escritor cuya obra reluciría más si no fuera por una tara moral. No tanto por el hecho de que a los 17 años fuera de la SS, como reveló en sus últimos años, sino por la hipocresía que le hizo destacar antes en la persecución a los que tenían esa grave mancha en su pasado. Recuerda el aún peor caso del aún vivo Ratzinger que, siendo seminarista, ejerció hasta ser hecho prisionero por los estadounidenses como soldado de Hitler, y a quien no sólo no hemos oído una disculpa por ello, sino que, en el campo de concentración de Auschwitz, tuvo el valor de enfrentarse a Dios, preguntando dónde estaba Él entonces, cuando todos sabemos dónde se encontraba el ya Papa y farisaico imitador de Job. Triste herencia de tan negro pasado alemán, sólo superado en Europa por otro país en el que aún hay escritores y políticos que incluso reivindican a sus gobernantes cómplices de Hitler.

Simeón Ibáñez Llera. Málaga