Rajoy no convocará esa «cena de los corresponsales», que, igual que cada año, ha celebrado hace días el presidente USA, y en la que, para triunfar, hace falta sacar la vis cómica y reírse de uno mismo. Es pena, porque le obligaría a fichar un fabricante de gags, y en adelante habría más sal en sus discursos. Por ejemplo en esa cena que no se celebrará el registrador hablaría de la corrupción diciendo, mientras saca el forro de los bolsillos, «a mi que me registren»; sobre los recortes, pasaría la mano por la barba diciendo que él ya se ha recortado lo suyo; sobre Catalunya diría que para soberanista él, que ha demostrado paciencia soberana; sobre su partido (haciéndose un selfie con brazo articulado) que el que no se mueve sí sale en la foto; y sobre el mercado laboral, que él seguirá en Moncloa por estar en contra del empleo precario. Visto lo anterior, no creo que me dieran el cargo.