Es más que bueno que los taberneros sigan mandando en este país. O, al menos, teniendo gran influencia. Lucio es ochentón, bonachón, discreto, buen negociante y basta con entrar a su casa, pedir un vino, preguntar por él y que salga para hacerse una foto contigo. No importa que seas japonés, filatélico, jefe de estado, vendepatrias, comerciante de arroz, anónimo oficinista, miss Teruel o ministro lombardo. Él es ya un icono, una marca. Asociado a sus célebres huevos rotos. No un cocinero, un anfitrión.

Algunos días, antes de llegar a su restaurante -Casa Lucio- se atiza un vino con los amigos de toda la vida en una taberna de la misma calle donde está su establecimiento, en la Cava baja. Es la taberna del Tempranillo, donde conviene llegar pronto antes de que esté atestada de turistas. Los turistas es que son muy de atestar. Les gusta un sitio y van y lo atestan. Uno mismo ha sido turista en muchos sitios y aparte de museos y monumentos siempre ha buscado lugares donde dieran bien de comer. Para testarlos, pero también para atestarlos, claro. A casa Lucio fueron la otra noche el Rey, Rajoy, Zapatero, Aznar y Felipe González a cenar. Unos dicen que es un apoyo explícito al monarca para que se vea que está retirado pero tiene influencias (como Lucio) y, sobre todo, buenos e importantes amigos. Otros opinan que es una maniobra del bipartidismo. El que esto suscribe no tiene teoría alguna y sí una gran apetencia por volver a Lucio a comer callos. Los que están enterados de las cosas de la Casa Real, que es como el Kremlin pero con papel couché, dicen que el rey Juan Carlos se dedica ahora sobre todo a ir de restaurantes y a frecuentar a sus amigos. Tal vez fuera sólo eso, un Rey por muy Rey que sea, también tendrá una tarde tonta y aburrida en la que dirá, hay que ver el tiempo que hace que no veo a la cuadrilla esta de los presidentes. Y seguramente los llamó y, claro, a ver quién resiste una invitación a cenar en Lucio. Aunque tengas que soportar al lado a quien te ha puesto verde durante años o tengas el colesterol por las nubes. Esta es una foto para la historia. No sabemos si para la historia de la gastronomía. Rajoy lleva ya varios días de picos pardos en tabernas, el otro día con Sarkozy. Parece que después de tanto tiempo haciéndose el sueco le ha salido el español que lleva dentro.

Seguramente Lucio se acercó varias veces a la mesa para inquirir si faltaba vino o si el jamón les gustaba. Una vez dijo Aznar que cuando coincidía con González de lo que hablaban era de nietos. Tal vez sólo Zapatero no sea abuelo, si bien hubo un tiempo en el que no paraba de hablar del suyo. Que cada cual elija de quién querría ser nieto. Qué grande Lucio.