La historia se repite. Termina la feria y año tras año asistimos al mismo debate: el modelo de feria que quieren los malagueños. Nos quejamos por vicio. Hemos pasado de tener ´la feria del sur de Europa´ a tener dos ferias, la del centro y la del Real. Pocas ciudades pueden presumir de vivir dos ferias distintas al mismo tiempo.

En lo económico, nadie puede poner reparos, las cifras van al alza año tras año. Esta feria que termina arroja 89.000 pernoctaciones, casi 50 millones de impacto económico y un incremento de visitas a la Alcazaba, Centro Pompidou e, incluso, Museo Ruso. Los turistas que han visitado Málaga en su semana grande han vuelto a sus países satisfechos, la oferta turística no es para menos.

Pero, ¿y los malagueños? ¿Qué pasa con nuestra feria? Turismo sí. Málaga depende en gran parte de ello, pero no todo ha de hacerse pensando en el turismo. Los malagueños tienen derecho a vivir su feria como la viven en cualquier ciudad o pueblo de España. Y a este paso en vez de feria tenderemos macrofiestas.

Es un error mantener las dos ferias: la del botellón en el centro y la de las discotecas en el Real. Esto ya no es una feria, es un desmadre. Es el momento de sentarse y decidir qué feria merece nuestra ciudad: la de los descamisados botella en mano invadiendo calle Larios, donde algún que otro payaso, si tiene calor, en vez de abanicarse se despelota, o apostar por una feria que ensalce nuestra cultura y tradiciones.

No son necesarias dos ubicaciones. Es hora de abandonar el centro. Apostemos definitivamente por los 500.000 metros cuadrados que tiene el Real de la Feria de Málaga. Es hora de fomentar una única feria, la de los malagueños. Es el momento de trasladar la feria del centro al lugar que en su día se destinó a la Feria de Málaga. Es momento de plantearse cambiar el botellón y las discotecas temporales que se instalan en la zona de casetas familiares del Real por la verdadera feria que merece Málaga, donde verdaderamente se diferencie la zona de casetas familiares de las de la juventud. De lo contrario, cada vez tendremos más botellón en el centro y poco a poco las peñas y asociaciones abandonarán las casetas del Real dejando el negocio de la feria a los bares de copas, que por una semana abren una sucursal en Cortijo de Torres, y cuya actividad está destinada a una clientela, su clientela, la del combinado y el mojito.

Es hora de que el Ayuntamiento invierta en adecentar las casetas y plantearse que los concesionarios de las mismas puedan hacer uso de ellas todo el año; que peñas, asociaciones y concesionarios pueden hacer de esos espacios un uso continuado acorde con sus actividades recreativas y culturales. Otros municipios malagueños lo han hecho, el uso de las casetas es continuado. Pero claro, no están construidas con cuatro tablones y un toldo. Son casetas de obra, no barracas.