Santiago Luis Polanco Rodríguez, El «Yayo», es conocido como el inventor del «crack». La popular droga elaborada a través de una mezcla de cocaína, bicarbonato de sodio y agua nació en los años 80 en el barrio neoyorquino de «Washington Heigths» en Manhattan. Situado al norte del Harlem, este barrio donde habitaba mayoritariamente la colonia dominicana de la ciudad, era dominado por las bandas latinas controladas por el Yayo. Los «The Wild Cowboys» dominaban las calles ante la pasividad policial y el futuro de los jóvenes en su mayoría quedaba marcado por las drogas. Allí nació James Feldeine, el niño que sólo quería jugar al baloncesto como su hermano mayor David Trottman, y que utilizó el balón naranja para salvarse él y rescatar a toda su familia.

El baloncesto entró en su vida con 5 años. Viendo jugar a su hermano descubrió la manera de huir de esas calles inundadas de drogas y violencia por la reyertas entre bandas. Jugaba al baloncesto porque lo hacia su hermano. Si él hubiera jugado al béisbol, James hubiera elegido el deporte del bate y el rombo de arena. Su vida ha estado marcada siempre por la lucha y la superación, nunca lo ha tenido fácil. Con dos años su padre falleció. Su madre, Niurka Padilla, fue la encargada de sacar la familia adelante. El pequeño Feldeine destacaba en las calles y su juego llamó la atención de muchas High Scholl. Sus grandes años de instituto no le sirvieron para atraer la atención de las grandes universidades y al revés de su gran amigo Edgar Sosa, que recibió ofertas de todas ellas, Feldeine tuvo que conformarse con la modesta Quinnipac, en Connecticut, a sólo una hora al norte de NY.

Tenía que volver a luchar, tenía que volver a comenzar de cero. Su primer año fue un desastre. Muy pocos partidos y muy pocos minutos pero no bajó los brazos y el segundo año ya era el mejor jugador del equipo. Las televisiones nacionales asistían asiduamente a sus partidos. Parecía que el camino iba a ser fácil por una vez, pero no. La NBA le cerró las puertas, y no recibía ofertas para jugar hasta que le llegó una de Lugo para jugar en la LEB.

Feldeine tenía que seguir luchando. Dos buenos años en Lugo le abrieron las puertas de la ACB y la selección dominicana, después llegaría Cantú para finalmente asentarse en la élite como titular en el Panathinaikos, que mañana espera a Unicaja en Atenas. Washington Heights ya no es lo que era. Las masivas redadas policiales de finales de los 90 con cientos de narcotraficantes detenidos han dejado en el olvido el sobrenombre de «La capital del crack». Polanco Rodríguez «El Yayo» escapó de la DEA y regresó a su país, que no tiene tratado de extradición con Estados Unidos. Después de pasar cuatro años en la cárcel, vive como un millonario regentando un casino y en un esfuerzo permanente por convertirse en un vecino ejemplar. Feldeine escapó de sus garras y hoy puede disfrutar de un éxito que no sería posible sin su madre y su hermano. Es un hombre decisivo en un equipo que ha decidido apostar más por los hombres que por los grandes nombres en el debut de Djordjevic en el banquillo y en el año de despedida del gran «Octopus» Diamantidis. Suerte€