Carnaval es sinónimo de fiesta, de diversión, de arte popular, y también de denuncia, de crítica social, de búsqueda de transgresión y transformación, realizada desde el ingenio y el humor. Consideraríamos una crueldad que el Carnaval sirviese para insultar, humillar, denigrar, a personas con una enfermedad terminal o una discapacidad, a personas en situación de pobreza, o a víctimas de guerras u otras formas de violencia. O que las letras de sus canciones hiciesen gala de racismo o xenofobia. Más bien, es función del Carnaval visibilizar y denunciar los poderes fácticos, políticos, económicos, o sociales que provocan las situaciones de abuso e injusticia. Ahora bien, hay un campo en que el Carnaval repite con frecuencia un comportamiento tristemente arraigado en diferentes ámbitos sociales. Hablamos, sin duda, del machismo.

Los asesinatos de las mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, afortunadamente, parecen haber dejado ya de ser considerados «crímenes pasionales» y «asuntos privados de la pareja», y provocan el escándalo y el rechazo de la mayor parte de la sociedad. Sin embargo, una y otra vez es preciso repetir que ello constituye únicamente la punta del iceberg y que las violencias machistas tienen fundamentos bien arraigados en la cultura patriarcal, es decir, en todo ese conjunto de creencias, estereotipos, comportamientos misóginos y discriminatorios para las mujeres que aparecen normalizados, naturalizados, en múltiples aspectos de la vida familiar, social, política y cultural. Ese enjambre de micromachismos que perpetúan un sistema de desigualdad, de desequilibrio en las relaciones entre hombres y mujeres, cuando no de abierta misoginia y velada violencia. Las manifestaciones culturales de todo tipo (chistes, canciones, películas, etc., etc.) pueden afianzar los sistemas de opresión, el patriarcado lo es, o contribuir a transformarlos.

En este último Carnaval, encontramos dos casos en que, pretendiendo hacer una metáfora sobre las elecciones políticas de la ciudadanía, se acusa a las mujeres maltratadas de ser de alguna forma culpables de su situación y no merecer que se les preste atención, ni apoyo, si no toman la decisión de denunciar o abandonar a su maltratador. Se trata de un pasodoble de la Comparsa Los doce cuartos, de Cádiz, y otro de la Comparsa La Entrega de Málaga, cuya letra ha sido denunciada por la Plataforma Contra los Malos Tratos a Mujeres Violencia Cero, ante la Fundación Carnaval de Málaga y el Ayuntamiento de la ciudad. Pero, desgraciadamente, hay más casos de letras que revelan un marcado machismo. Por ejemplo, el pasodoble de la chirigota de Cádiz Si me pongo pesao me lo dices, que exalta la falta de control sexual de los hombres, o el pasodoble «Ponte que te mire» de la murga Los Mike€ones de Málaga, que no tiene reparo en afirmar que si Dios puso una «hembra», fue para morderla€ mientras que una comparsa de mujeres de Málaga, La Amada Invencible, juega en una de sus letras a equiparar hombres y mujeres como víctimas de violencia de género.

Este tipo de letras contribuyen a perpetuar los estereotipos sexistas, afianzando la imagen de hombres «machos», incapaces de controlar su deseo sexual, a los que se ridiculiza, en otras letras, si adoptan comportamientos «femeninos»; y la imagen de las mujeres como objetos sexuales y «provocadoras» del incontrolable deseo masculino. Y refuerzan ideas y mitos sobre la violencia de género muy perjudiciales para las mujeres. Tal como se recogía en el escrito de la Plataforma Violencia Cero: en ningún tipo de violencia puede permitirse la culpabilización de las víctimas. La responsabilidad reside en quien ejerce la violencia, en este caso, los hombres maltratadores, y el sistema social y de creencias en que se sustenta la violencia de género, y esta idea, que aún no está asentada, no puede ponerse en entredicho bajo ninguna circunstancia, y especialmente debe evitarse en el caso de la violencia machista, en todo momento y más aun actualmente, con tan altas tasas de violencia de género y asesinatos de mujeres que venimos sufriendo en la sociedad española.

Por cierto, es importante señalar que la Fundación del Carnaval de Málaga respondió inmediatamente y de manera muy correcta, al escrito de Plataforma Violencia Cero, manifestando que la comparsa La Entrega se comprometía a no volver a cantar este pasodoble€ pero, al parecer esta comparsa no dio suficiente importancia a los argumentos en que se basaba el escrito de la Plataforma, y limitó su compromiso a la ciudad de Málaga, puesto que pocos días después volvió a cantar el mismo pasodoble durante su intervención en los carnavales de otra ciudad de la provincia, Benalmádena, por lo que ha sido preciso insistir cerca del Ayuntamiento de dicha ciudad para solicitar nuevamente que retirasen dicho pasodoble.

Es evidente la importancia de la erradicación de estereotipos sexistas para promover los derechos de las mujeres y prevenir la violencia de género, y así está recogido en las leyes de igualdad, estatales y autonómicas. Es más, el Estado español tiene la obligación, según acuerdos internacionales de Naciones Unidas y del Consejo de Europa, de tomar todas las medidas necesarias para eliminar los estereotipos de género y cualquier visión de inferioridad de las mujeres, en la educación, en los medios de comunicación, y en las manifestaciones culturales.

La buena noticia es que, pese a lo arraigado aún de estos estereotipos de género en el Carnaval, existen numerosas agrupaciones que sí lo utilizan para esa función crítica y transformadora, propia de la celebración. En este sentido, queremos destacar aquí varias comparsas de Cádiz: la comparsa de mujeres Una historia que contar, con letras que desmontan los mitos patriarcales, invitan al amor en igualdad, y favorecen la visibilización y el reconocimiento de las mujeres; la comparsa Los cobardes, que, en su pasodoble «A las dos de la mañana» denuncia el silencio cómplice de la ciudadanía ante la violencia de género, o la comparsa masculina OBDC La vida es bella, con un estupendo pasodoble en el que denuncian las múltiples desigualdades, creencias y comportamientos machistas aún vigentes en la sociedad, y que termina recodando que mientras el machismo siga caminando entre nosotros como si nada, cada día lamentaremos que haya mujeres asesinadas.

Este es el Carnaval que queremos reivindicar, el Carnaval popular, creativo, crítico, transformador, que denuncia las injusticias y las lacras sociales, no un Carnaval perpetuador de desigualdades y estereotipos machistas que denigran a hombres y mujeres.

*Plataforma Violencia Cero de Málaga