Hay imágenes que duelen intensamente. Esta semana, desgraciadamente, estamos volviendo a ver muchas por la nueva salvajada cometida por el Estado Islámico en la capital belga. Rastros de sangre, caras de horror, lágrimas y miles de velas encendidas y flores por todo el mundo en recuerdo de las 31 víctimas mortales y centenares de heridos. Imágenes casi idénticas a las de Nueva York, Madrid, Londres o París. La pesadilla se repite con la violencia como denominador común sin que logremos despertar y dejar atrás el mal sueño. Hace sólo un par de semanas se cumplían doce años del 11-M y van a hacer quince del 11-S, pero aunque el tiempo pasa nadie parece saber aún cómo frenar esta nueva guerra pese a la proliferación de cumbres antiterroristas internacionales o pactos antiyihadistas nacionales como el que se firmó en España tras los atentados de enero de 2015 en París.

Eso sí, ni la peor de las imágenes es capaz de impedir que en España brote una nueva polemiquilla doméstica como la surgida ahora nuevamente por las presencias y ausencias en el citado pacto antiyihadista. Un acuerdo suscrito por PP, PSOE, Ciudadanos, Coalición Canaria y otras cinco formaciones y que rechazaron Convergencia Democrática de Cataluña, ERC, Izquierda Unida, PNV y Podemos. Pues bien, lo más importante ahora en nuestro país resulta que es discutir de nuevo sobre qué significa formar parte del pacto, el «y tú más o tú peor», aplicado en este caso a ver quién condena la violencia de forma más rotunda. Y una polémica también, a la que todos los partidos han contribuido, que se mezcla con las negociaciones para formar un gobierno que no cuaja. Penosa imagen que no contribuye ni aporta nada en un momento en el que ya hay demasiadas incertidumbres sobre un tema capital como es el terrorismo yihadista. La magnitud del problema requiere una respuesta que vaya más allá de las frases hechas. Empezar a dejar a un lado estas discusiones absurdas, aunque fuera por respeto a las víctimas, sería un buen comienzo.