Ciudadanos en Andalucía deambula al paso que le marca el PSOE de Susana Díaz. A su carismático líder, Juan Marín, parece no importarle crítica alguna de ser la «muletilla» de los socialistas y pasea, día tras día, feliz por los pasillos del parlamento andaluz inmune a las andanadas lanzadas por por las bases de su formación. Como cortina de humo, Juan Marín ha entregado a la oposición (que él no ejerce) dos pírricas derrotas parlamentarias de Susana Díaz durante esta legislatura. La primera fue en septiembre, con la derogación de un decreto de antigüedades en la Administración; y la segunda esta semana, cuando se abstuvo e impidió que el PSOE impulsara un decreto sobre empleo que amparaba 36.000 contratos para parados andaluces de larga duración, un decreto que también serviría como discurso potente de los socialistas ante la cercana campaña electoral. Además, en el fondo de la cuestión está el intento de los socialistas de regular con una disposición adicional al colectivo de laborales despedidos de la Junta y que los tribunales han ordenado volver a readmitir. Un follón más de las políticas de empleo de la Junta que Ciudadanos no se tragó y de ahí la queja del PSOE andaluz de que Juan Marín no aguanta la presión de ser tildado de «muletilla», aunque en el fondo el motivo de este desplante no es otro que el clima preelectoral que sacude otra vez el escenario político ante los fracasos reiterados de Pedro Sánchez para formar gobierno. Este repentino alejamiento de Marín de Susana Díaz sólo es entendible por la cercanía de las elecciones, donde se comprobará si tiene resultados su pretendida estrategia de que se visualice que Ciudadanos ocupa el centro del electorado frente una imaginaria pinza entre los antisistema de Podemos y la derecha del PP. Marín, que tiene ya canas en esto de la política y que conoce bien al PSOE andaluz, debería saber la capacidad de fagocitar de los socialistas. Que le pregunte al desaparecido Partido Andalucistas, que viajó años con ellos y cuando fueron a izar la bandera del andalucismo un 28 de febrero se dieron cuenta que ondeaba en la sede del PSOE. O a Izquierda Unida, devorada tras un gobierno de coalición que sus bases nunca legitimaron ni entendieron.

La estrategia de Marín dista mucho de la implantada por Juan Cassá en el Ayuntamiento de Málaga. A punto de cumplirse un año del actual mandato municipal, el portavoz de Ciudadanos ha alcanzado una cierta madurez política que contrasta con aquel alocado y ocurrente candidato con coleta que incluso bromeó con ser el alcalde de Málaga. Cassá sabe que es la llave del Ayuntamiento, la mano que mece la cuna del alcalde Francisco de la Torre, y desde hace tiempo la usa con criterio, que gustará a unos y a otros no, para hacer cumplir las propuestas que llevaba en su programa electoral. En esos primeros días del matrimonio Cassá-De la Torre todo era paz y amor y en las comparecencias públicas al portavoz de Ciudadanos le brillaban los ojos cuando miraba a su admirado alcalde describir hasta de la última plaza que existe en la ciudad. Pero con el tiempo, Cassá ha ido enterándose cómo funciona esto de la política y se ha convertido en un elemento imprevisible para el equipo de gobierno del PP y una piedra muy incómoda en el zapato del alcalde. Cassá entendió que él no tenía que emular la fórmula de Juan Marín y desde que probó el veneno de la política repite una y otra vez que «no era, ni será muletilla de nadie».

La lucha de De la Torre por que nada cambiara desesperó al portavoz de Ciudadanos, que observó atónito como el alcalde se resistía a finales del pasado año al cambio de los directores de distrito pese a la firma de un documento. Pero donde todo cambió de verdad fue con el quiebro que le hizo para aprobar el proyecto del Polo Digital en Tabacalera en un extraño pacto con el PSOE, que siempre se opuso a ese proyecto estrella del equipo de gobierno. Este tema y el enfrentamiento con la Junta por el metro de Málaga acabó con la paciencia del líder de Ciudadanos, que tiró de su experiencia en marketing para lanzar varios eslóganes que ya forman parte del ideario de esta ciudad: «El alcalde es especialista en enredar y pegarle una patada a la lata» o «estas son las cosas de Paco». Luego fueron cayendo en cascada proyectos del PP como el hotel de Moneo, la urbanización de los terrenos de La Térmica, la revisión de las tarifas del agua..., hasta concluir, como comenta en una entrevista que hoy publica La Opinión de Málaga, que De la Torre «es un político con muy poca capacidad de consenso y al que le está costando demasiado entender que ya no tiene mayoría absoluta».

El novato Juan Cassá, al contrario que el experimentado Juan Marín, ha cogido vuelo y no tiene reparos en calificar de fracasos ciertos proyectos del PP como de aplaudir otros que considera beneficiosos para la ciudad, o alabar en público el talante negociador del concejal Carlos Conde con los presupuestos, cualidad que no ha visto en este año en Francisco de la Torre. Eso lo dice Cassá, que conste en acta.