El más que posible fracaso que supondrá repetir las elecciones generales en junio suma también otros para el alcalde de Estepona, José María García Urbano, y para los presidentes del PP de Málaga y Andalucía, Elías Bendodo y Juanma Moreno. Lo que fue un triunfo sobresaliente en noviembre del pasado año cuando ambos lograron desplazar a Celia Villalobos al número dos de la lista de Málaga al Congreso para encumbrar a Urbano al primer puesto bajo el paraguas de la renovación y de que su currículum era (es) impresionante (alcalde más votado de España y con 24 años ya era registrador de la propiedad, notario y abogado del Estado), esta semana se ha revelado como un problema mayúsculo para la dirección del PP de Málaga debido errores impropios de un partido.

Primero no estudiaron el régimen de incompatibilidades de la actividad privada de Urbano con las exigencias del Congreso, lo que ha provocado que renuncie a su acta de diputado para poder seguir como registrador. Tampoco fueron expeditivos para que dejara la alcaldía de Estepona en sintonía con la filosofía de Moreno de «una persona, un cargo» al igual que hicieron otros candidatos como José Enrique Fernández de Moya y Luis Rogelio Rodríguez-Comendador que dejaron las alcaldías de Jaén y Almería. Y tampoco cerraron en firme un compromiso para que Urbano no se retirara de la carrera a mitad de camino después de fajarse durante meses para desplazar a Villalobos del primer puesto. Además, habrá que esperar, si se convocan nuevas elecciones, para conocer cómo se justifica ahora que Celia Villalobos pueda encabezar la lista del PP en Málaga. En noviembre ni era la mejor candidata («Es el equilibrio más complicado, pero merece la pena. Se garantiza que todas nuestras candidaturas estén encabezadas por los mejores», Bendodo en un consejo de alcaldes); ni parece que Villalobos reuna para el partido las cualidades y valores de otros veteranos de guerra que si repitieron como Teófila Martínez, Rafael Hernando y Fátima Báñez («Son personas con especial valía y experiencia», Elías Bendodo).

Moreno y Bendodo tienen un problema. Y Villalobos lo sabe. Y ellos saben que no hay nada peor que una Villalobos encabronada. Días antes de que se conociera públicamente que Urbano dejaba el acta de diputado, un extraño teletipo datado en Madrid titulaba que Villalobos estaba dispuesta a encabezar la lista del PP de Málaga. Una buena maniobra de la exalcaldesa que, tras relamerse de sus heridas, olisqueó las que se le abrirían a sus grandes amigos Bendodo y Moreno, a los que más o menos les dijo que ya se había hecho la fotografía de estudio para el cartel electoral y que fueran pensando explicaciones de que ella también es una persona de especial valía y experiencia. Mejor ni pensar que dirá si obtiene mejores resultados que la lista que en cabezó Urbano.

Pero este embrollo también desvela cierta falta de lealtad a unas siglas y a la dirección del PP de Málaga por parte de Urbano y Villalobos. Esta sabe que su anuncio provocaría una catarsis y después de haber sido elegida otra vez como vicepresidenta primera del Congreso, uno podría pensar que su ego ya estaría colmado. Pues no. Y Urbano, además de la excusa de su actividad privada, le habrá podido, quizás, verse situado en el gallinero de la bancada del PP en el Congreso cuando todos los medios se rendían a la nueva esperanza blanca del PP.

Cosas de políticos.