Corría el verano de 2013. El Centro de Deportes El Palo, que ayer se quedó a las puertas de poder jugar la fase de ascenso a Segunda B, buscaba portero para su primera aventura en la categoría de bronce. Mikel Pagola, espigado guardameta navarro que acababa de desvincularse de la Balona, se enteró por excompañeros como Rafael Villén de tal circunstancia. Así se cerró un acuerdo que luego sería fundamental para que el conjunto más modesto de la categoría hiciese realidad el sueño de lograr la permanencia.

Pagola, que había superado ya la barrera de los 30 años, no tardó en ganarse el respeto y la admiración de la humilde barriada malagueña. Disputó 37 encuentros, con sus 3.330 minutos, y apenas encajó 45 dianas. Para cualquiera de los casi mil aficionados que por entonces se congregaban cada 15 días en San Ignacio, con la intención de arropar sin fisuras a los pupilos de Rafa Muñoz, el récord que ayer cosechó el veterano cancerbero resulta cercano.

En la historia del fútbol español permanecía vigente desde 1991 la marca de Abel Resino, que en las filas del Atlético de Madrid permaneció 1.275 minutos sin recibir un gol. Ayer, después de empatar a cero sobre el césped de San Francisco de Tafalla, Pagola elevó dicho registro a los 1.286 minutos. Su actual escuadra, el Tudelano, ha encadenado en la recta final de esta temporada 23 partidos invicto -los últimos 14 sin encajar un solo tanto-. Pagola recibió su último gol el pasado 7 de febrero.

A sus 34 años, el navarro aún puede aumentar esa racha, porque tiene ante sí la disputa de la fase de ascenso a la Liga Adelante.