Cruzar hasta cuatro veces muchos días el cauce del Guadalmedina hace que te acostumbres a ver ese páramo vacío. Un camino de simple trámite que no puede llamarse paseo en cuanto la primera acepción de pasear implica distracción y no hay nada con lo que distraerse si uno mira a derecha o a izquierda desde cualquiera de los puentes de la ciudad. Al contrario, uno pasa tan distraído pensando en cualquier otra cosa que apenas es consciente del espacio que queda a uno y otro lado. Será que la llamada cicatriz de Málaga está ya tan asimilada que ni se percibe. Pero está ahí y por ahora no hay perspectivas de que vaya a convertirse en algo digno de admirar. La integración del cauce del río en la ciudad sigue estando lejos y sólo es noticia por los escollos que surgen ante cualquier atisbo de avance. Hoy volverá a hablarse del tema en el pleno municipal ,a cuenta de una moción urgente del equipo de gobierno para instar a la Consejería de Medio Ambiente a que contemple la integración, no sólo del entorno del río, sino también del cauce. Nueva gresca entre ambas administraciones, como si no hubiera bastante lío ya con el tema del metro. Y adiós de momento al gran carril bici y a la vía senderista, primeras actuaciones previstas para dar uso ciudadano al río según se aprobó en pleno a finales de enero. Un proyecto sencillito y que en principio parecía que podría hacerse realidad sin más problemas, al tener ya incluso una partida reservada en el presupuesto municipal de este año. Casi seis meses después, según el PP, la Junta de Andalucía mantiene el silencio por respuesta. Pero, ¿de verdad es tan difícil hacer algo en un espacio vacío como éste?

Málaga tiene varios retos a nivel urbanístico como la manzana del antiguo cine Astoria o el también encallado tema de Hoyo de Esparteros, justo al lado del Guadalmedina. Y nada indica que en este mandato municipal los malagueños vayan a dejar de pasear por estos espacios sin verlos y no por falta de ganas.