Miles de personas firman en favor de que haya más locales con música en directo en Málaga. Podría pasar en cualquier otra ciudad. Seguramente, está pasando. Nuestras vidas necesitan más música. Un aguafiestas diría que no soportamos el silencio. Una bailaora muy conocida es la que encabeza la campaña. Es toda una metáfora de la situación, una imagen poderosísima: una bailaora pide música. Es decir, alimento, combustible, algo que llevarse al alma para poder comenzar a taconear, moverse, dar palmas. proporcionar conmoción, alegría o pena, sentimiento en quien la escucha. Más música, decimos ahora luego de haber dicho que no pare la música.

Los centros de las ciudades se han ido volviendo insufribles, atestados, abigarrados, con gran oferta hostelera. Sin embargo, después de comer el tipo de comida que quieras, hindú, mexicana, cacereña, cordobesa, vasca, antequerana, hamburguesa, sardinas, miel, mierda o ambrosía, no tienes donde tomar una copa y que te toquen las palmas. Para que te toquen otras cosas previo pago de su importe sí hay. En esos lugares también puedes tocar tú, pero tales recintos presentan ciertos problemas, no siendo menores los de índole moral y teniendo en cuenta la escualidez de nuestra cartera. Vamos, que te puedes ir de putas pero no hay un tablao flamenco en condiciones. Ni una oferta amplia de conciertos en vivo; de jazz, de rock, de pop, de aguardientes con violín o guitarras con salmuera o lo que sea. En Málaga, como en otras tantas ciudades, a los locales que ofrecen conciertitos en directos los tildamos de míticos. O sea, ese adjetivo es sinónimo de escasez. Puedes ser un local infecto con una programación nauseabunda, pero si llevas veinte años eres mítico. Menos mítica y más licencias de apertura, que somos una ciudad turística no sólo para poner sombrillas y hamacas. Los espíritus heridos de música y melodías no tienen donde caerse vivos en la noche malagueña. Nunca llueve a gusto de todos pero es que en Málaga no llueve música nunca. No canta ni Dios por mor de la represión municipal, más atenta a que no fluya el arte que a baldear las calles. La normativa del ruido establece un parón en licencias de apertura para locales que ofrezcan música en directo. Desde 2009. El descanso y la no perturbación en tu casa es sagrado. Pero también puede ser sagrada la palabra del empresario o promotor de insonorizar bien el local, siendo indiscutible que, igualmente, pueden tales locales establecerse en sitio distinto a la oreja de un honrado dependiente de comercio que ha de levantarse a las nueve o a lo peor a las ocho para llevar a los niños al colegio. A estudiar música. La plataforma que recoge las firmas es change.org, que es como la banda sonora de las protestas y peticiones. Que no decaiga.