El escritor, poeta, ensayista y pensador francés Paul Valéry, una vez instalado en París, descubre la obra de Edgar Alan Poe y lo distingue, con lucidez y buena fortuna, como el hacedor de «la síntesis de los vértigos». Este trastorno del sentido del equilibrio se caracteriza por una sensación de movimiento rotatorio del cuerpo o de los objetos que lo rodean; es, a su vez, una turbación del juicio repentina y pasajera, así como un apresuramiento anormal de la actividad de una persona o colectividad.

Es evidente, en esta época tan incierta y convulsa, el anclaje de la confusión en nuestra realidad, configurando el devenir cotidiano. Los ciudadanos padecemos este desorden generado por tantas circunstancias funestas del acontecer reciente y en plena primera ola de calor nos vemos abocados a soportar canícula y acrofobia al unísono ante hechos desesperadamente reiterados: la sinrazón del terrorismo alojada de Este a Oeste del orbe; el inicio de la XII legislatura en sesión constitutiva del Congreso de los Diputados, con Ana Pastor como presidenta de la Mesa de la Cámara Baja, pero, de nuevo, con la incertidumbre de fechas para la formación de un gobierno estable promovida por las vacilantes cábalas de los partidos. Vértigo nos asesta la situación de la falta de asistencia sanitaria en los hospitales malagueños por el gran déficit de personal en las plantillas, denunciado por el sindicato Satse, el cual ha provocado dimisiones en las jefaturas, agravándose el trance en las Urgencias y UVI del Hospital Regional Universitario. Vértigo inflige la necesidad de la primera campaña en Málaga («No es no») contra las agresiones sexuales para la próxima Feria de agosto. Vértigo...

Parafraseando a Italo Calvino, experimento una sensación de vértigo, precipitándome de un mundo a otro y a cada cual llego poco después de que su fin se hubiera producido.