Investidura en diferido, por Francisco Javier España Moscoso

Ser el portavoz de un partido se está empezando a asociar a la jocosa frase «dilo tú, que a mí me da la risa» y para ejemplo, la cara de Rafael Hernando que, con una caída de ojos de resignación, explicaba lo absurdo que sería ir a una investidura si no se cuenta con los votos suficientes. Señor Hernando. Absurdo no, más bien pretencioso, es creer que el eslogan que les ha llevado a ganar las elecciones del 26-J, sí, ese que decía «a favor», valga para que algunos partidos estén «a favor» de facilitarles la investidura sin poner negro sobre blanco sus intenciones de negociar algo, porque que se sepa, todavía no hemos visto ni oído hasta donde estarían dispuestos a llegar para que partidos, ideológicamente situados a su izquierda, estuvieran en disposición de apoyarles sin que luego se tuvieran que suicidar. Me temo, señor Hernando, que lo que ustedes buscan es más una adhesión inquebrantable, que un acuerdo en toda regla y, para ello, no escatiman en poner a funcionar a su bien engrasada maquinaría mediática, con la inestimable colaboración de algunos ex políticos bien acomodados. Creo que deberían ir pensando en una investidura en diferido como plan B.