La postrera semana de agosto parece revelar la acepción de finitud en toda su extensión, esto es, la existencia de un fin para varios ciclos ante la llegada de esa emoción templada septembrina de reinicio de la anormalidad en lo cotidiano. Tal mensaje en una botella, la cual navegaba hacia meses por el ponto del PSOE local, la portavoz de su grupo municipal en el Ayuntamiento de Málaga, María Gámez, pone cierre a doce años de distintos cometidos circunscritos a la dirección tanto a nivel local como provincial: «Es más sano saber cuando a uno le ha llegado el momento para no eternizarse en el cargo€ tenemos que tomar la salida de la política como algo bastante natural», señala las dos veces candidata socialista a la alcaldía en su alegato de despedida, defendiendo la normalidad de la marcha en su actividad de gestión pública.

Otro lapsus sellado por este año son los festejos de agosto, denominados con altisonancia: «La Feria del Sur de Europa», clausurando sus acciones de ocio / desenfreno con la división de opiniones -como cada añada- . Mientras el Consistorio difunde «orgulloso» un balance pletórico de macrocifras: 55 millones de impacto económico; 92% de ocupación hotelera; 1,5 millones de pasajeros en la EMT€, los sufridores vecinos del Centro Histórico, a través de su presidenta, Esther Ramírez, han manifestado estar «tremendamente disgustados» ya que, además de la limpieza, obligan a la vecindad a un ostracismo involuntario. Se puede hablar de daños colaterales o de generar una mesa de trabajo consciente para el reajuste de esta problemática preservando los intereses de los residentes.

Observo por última vez el tablero norte del puente de Tetuán y soy consciente que todo ha terminado. Cuando pensamos en el principio es porque hemos llegado al final.