Invisibles, por Luis Enrique Veiga Rodríguez

Según ha expuesto Carmen Bel, el excluido es el que queda fuera del sistema social, por no tener acceso al objeto que lo constituye, como son las relaciones, la participación en sus decisiones. Se marca así una clara frontera entre los que se benefician de la dinámica social, y los que son excluidos como fruto de esa dinámica. Carecen de un lugar en la sociedad: no existen. Son invisibles. Inmigrantes, refugiados, la gente sin techo, desahuciados, víctimas de la prostitución, minoría gitana, sin papeles, madres solteras, etc. Todas ellas tienen un denominador común: el desempleo o la pérdida del trabajo. Al carecer de un trabajo, carecen de ingresos, quizá han sufrido un desahucio y eso ha terminado rompiendo la familia, con lo que, acabará en la calle. Ya sin herramientas para poder salir adelante, acaba generalmente enfermos y con graves psicopatías. Las personas que más profundamente sufren esta situación, son las que se encuentran sin hogar. Toda vez que la falta de un techo les impide el acceso a otras ventajas sociales, como la salud, la formación, o un empleo. Esto acabará dañando el aspecto social y relacional del individuo, sobre quienes en ocasiones se producen graves acciones de invisibilidad policial. Molestan. Más allá que de criminalizar a las víctimas, el tema de la vivienda debería ser abordado como un derecho humano, que teniendo en cuenta la dimensión social y las causas estructurales de la exclusión, dé la oportunidad de reclamar como una forma en que el Estado ofrece no solo acceso a la justicia, sino la garantía de estos derechos. En estos momentos más de la mitad de la población española está afectada por algún factor de vulnerabilidad social con riesgo de caer en la pobreza o incrementar su precariedad; de ellos un elevado porcentaje acabará en la exclusión severa, en la calle. Por la propia inacción del Estado.

Barcos sin honra, por Pablo Osés Azcona

Más vale honra sin barcos que barcos sin honra. Pensando en el PSOE habrá que mirar la historia para ver si tenía razón. Según parece Mendez Núñez volvió a España con honra y con barcos. Fue un grandísimo marino que siempre atacó con mucho ingenio y mirando tanto a la honra como a los barcos. Pienso que puede ser un buen ejemplo. Atacando con el no, es como se podrá ganar la honra y conservar los barcos del PSOE. No me resigno al chiste de recordar que se llamaba Casto.