Lágrimas de hombre

Yo no creo cierto que los hombres no lloren. Si la naturaleza nos ha dotado a los varones con la capacidad para segregar lágrimas, ello demuestra, como tantas veces, que la naturaleza está en desacuerdo con los prejuicios sociales. La vida presenta tantas ocasiones propicias para que se nos salten las lágrimas, que los hombres quedan en peor lugar cuando no lloran que cuando lloran. Según cuenta el Evangelio, Jesús (verdadero Dios y ¡verdadero hombre!) lloró por la muerte de Lázaro. ¿Quién va a tener el tupé de reprocharle A Cristo que vertiera lágrimas por la muerte de un amigo? Yo, cuando me acuerdo de mi mujer amada y distante, también lloro más de una vez. Amor mío, ¿Verdad que tú no me consideras poco hombre por ello?

Antonio Romero Ortega. Málaga