«Ministril de las ronchas y picadas/ mosquito postillón, mosca barbero,/ hecho me tienes el testuz harnero/ y deshecha la cara a manotadas.». El comienzo del soneto de Al mosquito de la trompetilla de Francisco de Quevedo, obra recopilada después de su muerte y publicada en El Parnaso español en 1648, exhibe su capacidad literaria para revelar grandes verdades con el uso de la técnica conceptista, utilizando palabras relacionadas con el acto de «picar».

Esta poesía española satírico-burlesca es un género literario el cual, apelando a la ironía, el sarcasmo y la parodia, consigue expresar su rechazo a aquello que ridiculiza; al tiempo puede contraponer dos cuestiones opuestas o muy diferentes entre sí para desvalorizar una y darle mayor importancia a la otra.

Pues bien, después de lustros de pugnas partidistas entre el Consistorio y la Junta de Andalucía, con sus efectos adversos en detrimento del progreso y bienestar de Málaga, se constata que esta clase de poética es la más ensayada por los representantes de ambas instituciones en la capital.

Así, tras solicitar el Ayuntamiento a la Junta «mayor implicación y protagonismo» ante las nuevas protestas por el aumento de la presencia de larvas de mosquitos en el ámbito de la zona del Guadalhorce, el delegado territorial de Medio Ambiente insiste en recordar a la Corporación que las competencias en el control de plagas de estos insectos es municipal y su función sobre estas inspecciones es «secundaria», si bien asume su disposición para coordinar este trabajo con el resto de organismos implicados. «€ ¿Por qué me avisas si picarme quieres?/ Que pues que das dolor a los que cantas/ de casta y condición de potras eres». Recuerda Quevedo a nuestros próceres. Pique tras pique.