Debería celebrarse la jornada de reflexión al día siguiente de unos comicios, para dejar un día en blanco antes de sacar consecuencias. De esta forma se evitarían juicios apresurados. Cada opinante, por mucho que busque la objetividad, tiene su corazoncito, y si la victoria de su candidato puede obnubilarlo, la derrota puede procesar en un análisis despechado. En el caso de Francia el riesgo es sólo el del primer caso, pues Marine Le Pen apenas tenía partidarios en nuestro campo de batalla nacional, lo cual dice bastante de nosotros. Sólo apuntaré una pequeña idea fuera de cualquier análisis, y es que para ser energúmeno y captar votos hay que tener algo de gracia, pues de otro modo sólo se queda uno con los votos del energumenismo stricto sensu. Trump, por ejemplo, indigna a cualquier persona cabal y razonable, pero, desdichadamente, tiene ese puntito de gracia. Marine, no.