Pero, chiquillo, para qué… Cordeiro lo cifra en unos treinta años. El profesor de la Singularity University de California ha soltado ese torpedo existencial en la Cumbre Internacional de Longevidad que esta semana comenzó en Madrid: «Yo no pienso morir, no está entre mis planes». Y no es que el científico sea descendiente directo de Drácula, de hecho su origen venezolano está lejos de Transilvania, sino que considera que a este ritmo los avances físicos y biomédicos no tardarán más de tres décadas en curar la vejez, que él entiende como la madre de casi todas las enfermedades que producen la muerte, no como un proceso natural irreversible. Como ya nada resulta descabellado, reprogramación celular incluida, partir de esta premisa afectaría no sólo al sentido de nuestra existencia sino a esta página de sábado…

¿O no?

Si no fuéramos a morir nunca, ¿de verdad nos importaría el resultado de las Primarias del PSOE o no ver el metro terminado? Un metro que en Málaga podría llegar incluso hasta el infinito y más allá. O sea, hasta los Montes o el PTA (aunque hoy parece más lejos y difícil todavía ver las vías llegando al Parque Tecnológico que al metro parando en la Fuente de la Reina) Las decisiones, entre ellas las políticas basadas insoportablemente en nuestro tiempo en el cortoplacismo, serían muy distintas. También los liderazgos, el contenido y la forma de las promesas electorales y, por supuesto, la fecha de las elecciones. ¿O no?

Inmortales en la caverna

Quedan apenas tres días para que termine este mes de mayo que ha visto vencer a David Sánchez, con todo en contra, frente a Goliata Díaz, con todo a favor. Pero qué más da que termine mayo si seremos inmortales. Una vez recordé aquí un cuento de Borges en el que el lector descubre que los inmortales, lejos de haber devenido con los siglos en una raza sabia y educada, habían vuelto a vivir en cuevas como los primeros homínidos y regresado progresivamente a su naturaleza más animal, quizá cansados de tanta existencia. Pero antes de llegar a eso, y al margen de que te explote en el camino una bomba de algún muchacho de pocas luces manipulado por gente mala, el hecho de nunca hacerse viejo nos haría reflexionar con otra displicencia. Quizá entonces escribiríamos que el mayor problema de los resultados del PSOE fue que los candidatos con opción de ganar, ni uno ni la otra, daban la talla no para los militantes sino para -ya veremos cuántos- los votantes del partido socialista, hoy tan maltrecho pero en su momento tan necesario para la modernidad y las conquistas sociales de este país.

Ni David ni Goliata

Uno por incapaz y la otra por populista. Pero si Pedro Sánchez era un tonto provisionalmente útil para muchos susanistas, mientras llegase el momento adecuado en que la señora de Triana pasara a ser la del Gran Poder, ha quedado claro que hoy ya no es ni tonto (a pesar de que Patxi López trabajara para que lo pareciese en el debate con el tono y la pregunta aquella de: «A ver, Pedro, ¿pero tú sabes lo que es una nación?») ni útil para semejante estrategia. Aunque la charca partidista española empieza a oler a agua estancada. Sánchez gana un partido roto y obligado además a pagar el peaje de la plurinacionalidad contra natura por el apoyo del PSC. Podemos ha dejado de ser algo nuevo y transversal que venía a mover el agua por el empeño de Pablo Iglesias en alejar a los errejonistas de la primera línea de acción política. Ciudadanos en Andalucía sigue sin parecer Ciudadanos, lo que hace dudar a muchos de sus posibles votantes a nivel nacional respecto a para qué sirve Ciudadanos, además de para parecer el Patxi López de los partidos (que siempre está ahí en medio pero nunca para gobernar). Y el PP no termina de comprender que juega con fuego, parapetado tras la relativamente escasa fuga de votos, entre tanto enredo judicial, suelo quemado por la corrupción y juicios pendientes, hasta el punto de poder quemarse entero.

Volver

No sé si con esto de vivir joven y sin caducidad lo del órdago independentista catalán merecería algún comentario. A mí me sigue evocando a salchichón de la infancia el apellido Puigdemont, dicho sin ánimo de ofender aunque con toda intención. Por tanto reconozco que no sería serio en esta tesitura el más mínimo comentario al respecto. Pero a quién le importa la seriedad ante la perspectiva de vivir para siempre. Ni que ningún gobierno haya obligado de oficio la devolución de las cláusulas suelo por ser un evidente abuso bancario, y más tras la sentencia del alto tribunal europeo. Qué más da que nos toreen de juicio en juicio -en Málaga se habilitará uno de los 54 juzgados previstos para ello a partir del 1 de junio- y te lo devuelvan dentro de cien años. Habría que cambiar la letra del tango, eso sí, y sumarle ceros al 20. No lo piensen y tarareen conmigo: Sentir que es un soplo la vida, que 20 años no es nada, que febril la mirada…Porque hoy es Sábado