Hacen falta recursos para identificar y ayudar a las víctimas de trata: tantas mujeres, hombres y menores invisibles sometidas por la fuerza a explotación sexual y laboral. Es necesaria también una ley integral contra este crimen horrible, una norma con rango de ley de obligado cumplimiento por las instituciones. Este reclamo afloró durante las jornadas «Perspectivas actuales sobre la trata de personas» que Málaga Acoge organizó recientemente en Antequera.

Sólo una pequeña parte de estas personas atrapadas en redes de engaño logra ser identificada y representa la punta del iceberg de muchas otras vidas amenazadas, rotas por la angustia y el miedo. Se trata de personas, en su mayoría mujeres, y es una cuestión de derechos humanos y nuestra obligación atenderles y otorgarles reparación por las violencias sufridas.

La respuesta institucional ante este grave y complejo problema es insuficiente. Concretamente en Málaga, sólo la congregación religiosa de Las Adoratrices cuenta con un recurso asistencial con alojamiento para mujeres víctimas de trata sujeto al protocolo marco de protección de las víctimas de trata de seres humanos, según advirtió en su ponencia el inspector jefe de la Ucrif en Málaga, Antonio de Haro.

El trabajo de las oenegés especializadas unido al de las fuerzas de seguridad es fundamental en la lucha contra esta forma de esclavitud del siglo XXI, pero de nada sirve detectar a una víctima si no se dispone de recursos de atención. La investigadora y experta en trata de seres humanos Helena Maleno alertó durante las jornadas de que el problema de la trata es tan complejo que desborda la capacidad de la intervención policial.

Si bien la mayor parte de las víctimas de esta violencia con fines de explotación son mujeres, también se está empezando a visibilizar la trata de menores.

Las redes de trata de personas, mafias ligadas al tráfico de armas y droga, son cada vez más potentes y a su fortalecimiento contribuyen las políticas de cierre y externalización de fronteras de la Unión Europea. Las redes aprovechan las vallas y la falta de vías seguras para hacer negocio. Como remarcaba Maleno, existe una violencia de las redes de trata y una violencia institucionalizada en las fronteras que las víctimas no logran distinguir.

En las jornadas se puso también encima de la mesa la necesidad de mejoras tanto en la identificación de las víctimas, como legislativas. La trabajadora social de la Fundación Amaranta de Granada, María García, abogó por la creación de una ley integral contra la trata que recoja todas las formas de explotación y regule una atención más adecuada a cada una de las víctimas abarcando todas las nacionalidades. También advirtió sobre las dificultades que enfrentan estas mujeres para insertarse en el mundo laboral.

Según datos oficiales, entre 2012 y 2016 las fuerzas de seguridad rescataron a 5.675 víctimas de trata, en su mayor parte mujeres que vinieron engañadas y que fueron explotadas sexualmente.

Una de ellas, Ecaterina Culcescu, puso el broche final a nuestras jornadas revelando con sus palabras emocionadas el dolor que sufrió. Decía Ecaterina que se suele hablar sobre número de víctimas, pero que jamás esas cifras podrán transmitir el sentimiento de vergüenza y el trato inhumano que padecen estas personas, la mayor parte sin nombre, sin cara, sin identidad reconocida. Invisibles.