No sé porqué, pero cuando pensamos en un chino solemos asociarlo a la tiendecilla cercana que vende de todo hasta altas horas de la madrugada, la que antes llamábamos la tienda de los olvidos, esa a la que íbamos a comprar aquello que se quedó atrás de la lista del supermercado.

También están los otros chinos, esas piedrecitas con la que ahora se quiere regenerar la playa de los Baños del Carmen, aquí el tema es menos afable. Sustituir la arena fina por el chino gordo es como convertir una playa en ribera, eso sí, con mar abierto. Sólo los más sufridores podrán seguir usando las típicas cangrejeras para el baño, porque si una china en un zapato es molesta, un chino en la cangrejera lo es aún más.

Después están los otros chinos, los de China, esos a los que queremos venderles nuestros productos y establecer lazos comerciales, o al menos esa es la idea con la que la Cámara de Comercio ha organizado una misión a China con empresas malagueñas para promocionar lo nuestro. La idea es buena, China es nuestro principal proveedor después de los países de la zona euro. Nuestra balanza comercial es negativa en 19.200 millones de euros, así que visitarlos para recordarles que también deben comprar a quien vende, no es mala iniciativa.

Y entre chinos, está el otro, el turista, que también los hay. Esos que en grupo y paraguas en mano para protegerse del sol aguardaban el pasado martes a las puertas del Museo de Málaga. No sabían que por la tarde cerraba el Museo de nuestra ciudad. Tampoco tenían que saberlo, los museos, y más en temporada alta, abren por la tarde, porque de eso se trata, de ser visitados. Lo cierto es que los chinos estuvieron en la puerta del museo casi una hora. Ningún viandante nativo se acercó a decirles que no esperaran. Normal, si a la dificultad del idioma le añadimos la dificultad de explicarles los motivos por los que la Junta de Andalucía decide cerrar el museo por vacaciones, a día de hoy siguen los chinos con sus paraguas intentando entender lo inexplicable, no ya por el idioma, sino por el sinsentido.

El chino es un idioma difícil, pero más aún lo es si se trata de explicar que la encargada de gestionar el museo, la Junta andaluza, lo cierra porque no quiere contratar más personal, por no dar trabajo a malagueños que puedan enseñar la historia de nuestra ciudad. Pero más difícil aún es explicar, en chino, que el responsable del desaguisado, la administración andaluza, culpa a los trabajadores del museo. En China eso no se entendería, ni en chino ni en castellano. Los trabajadores del museo trabajan y bien, cumplen la jornada que tienen, y lo hacen con dedicación y entusiasmo. Pero esto no es China, y la jornada laboral se respeta, allí se trabaja de sol a sol, aquí se cierra un museo antes de contratar más personal. Allí se practica la medicina china, aquí, y también por no contratar sanitarios, la del medio gas. Eso sí, aquello es China, esto Andalucía.