Un año después del fallecimiento en Marbella del maestro de tantos maestros, Félix Bayón, se publicó «Vivir del presupuesto y otras obras maestras». Es una imprescindible antología de artículos del genio gaditano. La primera edición de esta recopilación se publicó gracias a la Fundación José Manuel Lara en abril del 2007. Es un libro importante. Por la fecunda ejemplaridad de los textos que contiene. Textos a los que precede un prólogo de antología (nunca mejor dicho) del también maestro Arcadi Espada. En el que recupera y comenta unos correos que le enviara su buen amigo Bayón. Asombrosamente actuales. Entre ellos uno en el que advierte sobre el «absorbente protagonismo que los nacionalistas tienen en nuestra vida pública». Esto fue en marzo de 2006, un mes antes de su fallecimiento. Es decir, hace 11 años.

Debo también mencionar dos epílogos muy importantes que ponen el broche de oro a esta obra: llevan las firmas de Antonio Muñoz Molina y Hermann Tertsch. Con ellos se cierran las últimas páginas, junto con un «In memoriam» de breves textos dedicados a Félix por amigos suyos: entre ellos, grandes escritores, además de algún que otro modesto aficionado, como un servidor de ustedes. Debemos esta obra ­-«Vivir del presupuesto»- a otro incondicional de Félix: Ignacio Martínez. Con un pequeño grupo de amigos de Bayón, fue el brillante recopilador de los tesoros que contiene esta antología, labor a veces dolorosa en la que la admirable Sagrario Álvarez, la viuda de Félix, estuvo siempre presente. Con tanta abnegación como generosidad.

Llegué a tener una docena de ejemplares de ese libro. Menos uno, al final los fui regalando a personas que habían conocido o leído devotamente a Félix Bayón durante muchos años. Estoy seguro que es lo que Maestro hubiera deseado. Navegando el otro día por los tsunamis de libros que ocupan todos los rincones de la vivienda de un servidor me pareció divisar en un rincón otro ejemplar de la antología. Poco dura la alegría en la casa del pobre en espacio y tantas otras cosas. Aquel volumen era en realidad una traducción parisina de una novela de la vienesa Elfriede Jelinek («Avidité», de las Éditions du Seuil).

Cuando andaba buscando en casa ese improbable segundo ejemplar de la antología de Bayón, a través de las dobles filas que bloqueaban las estanterías, me vino a la mente un reciente artículo de Mariano Vergara, maestro en plurales sabidurías. Publicado recientemente en La Opinión de Málaga. También tuvo mucho que ver este otro maestro con la Fundación Unicaja y con la publicación de este libro magnífico: «La madera y el papel son materiales nobles. Mucho más nobles que el oro, o la plata. Son de lo que están hechas las librerías. La madera de las estanterías y baldas y el papel de los libros.»

Regresando a Félix Bayón; evoco a Claudio Magris, siempre habsbúrgico, como buen triestino. Nos cuenta en su «Ítaca y más allá» que «Esquilo, sobre su tumba quiso un epitafio que recordase sólo su milicia contra los persas, y no su obra poética. La poesía le había enseñado a combatir valerosamente en aquellas filas, pero él sabía que ella había sido el punto de partida y lo que contaba era el punto de llegada, la vida buena.»

También sabía mucho de combates el gran Félix Bayón. Lo demostró en el que entonces era su pueblo, Marbella. Combatió al Gil y a sus cohortes. Como otros heroicos periodistas de la época, nadie hizo tanto como él para proteger a su amenazado paraíso, Marbella. E indirectamente a los litorales de la provincia de Málaga. Siempre en el punto de mira de los depredadores. Fue Félix implacable en su lucha contra la barbarie y el latrocinio de aquellos años. Siempre se lo agradeceré.