Las imágenes ojeadas de la provincia de Málaga bajo un manto nevado podrían estar extraídas de la primera novela escrita por Yasunari Kawabata, País de Nieve. Los parajes de la Serranía de Ronda, El Torcal, los Montes de Málaga, la Alta Axarquía... ostentan el protagonismo estos días por verse reflejados en su propia naturaleza en plena exaltación. La nevisca dibuja trazos únicos, configurando un paisaje tan cercano como distante tras su transformación en un espacio idílico para los habitantes de una urbe hace muchos años fuera de este espectáculo natural.

Ello me lleva a retraerme e inferir en esta vida natural y sus gentes -nuestros paisanos-, conviviendo con un clima tan gélido, quienes soportan cortes de carreteras, caminos interrumpidos, incomunicación. Éstos nos transmiten una atmósfera de frío y soledad que no percibimos de forma tan rígida los residentes de la ciudad y ahonda en el transcurrir de historias de personajes intercaladas entre un clima físico y psicológico, enmarcadas por el sonido de la lluvia, el rumor del viento, el frío invernal y el lento caer de la nieve entre luces y sombras.

Todo nos parece muy lírico y emotivo si lo observamos momentáneamente y pensamos que estos moradores nacen y viven inherentes al espíritu de la nieve. Si esta coyuntura vital se plantea no ya desde un blanco connatural sino de un realismo más sombrío, tendremos que estar de acuerdo: estas zonas de la provincia necesitan un plan de mejoras en acondicionamientos e infraestructuras para que esta postal de invierno no siga perjudicando las condiciones de vida de quienes la habitan. Parafraseando a Kawabata reconozco: Son tan complicados los de la capital. Viven inmersos en tal confusión que sus sentimientos se fragmentan. No dejemos aislada la postal.