Los Reyes dejaron en mi casa, por duplicado, el libro documental sobre la poesía de Luis García Montero. En Aunque tú no lo sepas, los amigos del poeta (otros escritores, músicos, profesores, compañeros...) hablan de Luis en otros ámbitos de su vida. «Luis se comporta en el fútbol como si no hubiera escrito un poema en su puta vida», comenta Benjamín Prado.

Lo de García Montero es madridismo del duro, pero me viene de perlas tomar como ejemplo al poeta para hablaros de los personajes que se dejan ver en los campos de fútbol, en concreto por La Rosaleda.

«Se puede portar uno como un niño viendo un partido de fútbol», afirma Luis García Montero, pero los niños son mucho más educados y saben estar mejor en el fútbol que un adulto cabreado. Para muestra, el hijo del Jesús Delgado (más conocido en los ambientes carnavaleros como El Kara) que reaccionaba con la ilusión de la infancia al abrir uno de sus regalos de Reyes Magos: la camiseta del Málaga.

Los adultos en La Rosaleda no entendemos de clase social, raza, formación, sexo o religión. La Rosaleda iguala al abogado de prestigio con el estudiante de FPB; al neurocirujano con el albañil; al empresario de éxito y al que se arruinó abriendo un cibercafé hace 17 años. Los malaguistas sufrimos juntos y seguiremos haciéndolo. Aún recuerdo aquellos partidos con el estadio casi vacío en Tercera División. Por entonces escuchaba las primeras palabrotas de boca de quien en mi cabeza hoy son punkis con pinta de movida madrileña; por entonces, con menos de diez años, me llegaban esos olores a marihuana que quien me llevaba intentaba venderme como «tabaco especial»... Cuánta Rosaleda nos queda por vivir, por sufrir, por disfrutar...