En el fondo, lo que hace incomprensible para muchos la falta de apoyo a Guindos de eurodiputados españoles es el déficit europeísta de Europa. Si la Unión fuera considerada por los europeos un recinto político propio, y no una suma de pedazos nacionales unidos por un interminable juego de atracción y repulsión, lo normal sería que el centro izquierda europeo, actuando como tal, no vea con buenos ojos para un alto cargo en un organismo regulador a un político de clara filiación de derecha. El problema es que, como Europa todavía no es vista así (quizás no lo sea), a veces puede parecer realista envolverse en la bandera nacional. En cuanto al tema de fondo, la misma ambivalencia: aunque Guindos haya llevado con pulso firme el timón de la economía española en medio de la galerna, no es fácil que en la bonanza europea relaje su ortodoxia neoliberal; pero sería un español en un lugar clave.