Agua: Derecho Humano Universal

El 70% de nuestro cuerpo es agua, también el del planeta, nuestra casa común. De ese porcentaje, el 97,5% corresponde a agua salada y 2,5% a agua dulce. Pero sólo el 1% es consumible, el resto son glaciares y aguas subterráneas. El gran problema radica en la gestión y en lo costoso que es el proceso de desalinización. Si a esto sumamos el cambio climático, la contaminación, la explotación descontrolada que hace el hombre de la naturaleza, junto al despilfarro en los hábitos de consumo, nos encontramos frente a un gravísimo problema, con consecuencias socio económicas tremendas y a largo plazo.

Para gran parte de la humanidad este derecho es un espejismo.

En la actualidad hay 2.100 millones de personas que no tienen agua potable en su hogar, lo cual afecta a su salud, educación y medios de vida. De cada 10 personas, 6 carecen de un saneamiento seguro y 3 de cada 10 no poseen acceso al agua potable (según el último informe de la OMS,2017). En África, el 40% de la población no tiene agua potable. Miles de mujeres caminan kilómetros todos los días en busca de ella (lo cual les impide estudiar, y acentúa la desigualdad). El agua contaminada transmite enfermedades que son fácilmente evitables (diarrea, cólera, fiebre tifoidea, hepatitis A, salmonelosis, polio, dengue, zika). Más de 10.000 personas mueren al día por estas causas, la mayoría niños menores de 5 años. Los más afectados, como siempre, son los pobres. En Laudato Si, el papa Francisco nos dice: «El acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal porque determina la sobrevivencia de las personas y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos».

«La respuesta está en la Naturaleza», dice el lema de la ONU este año. Cuidar y defender los recursos naturales significa implementar cambios profundos, educar, cambiar hábitos, estilos de vida, modelos de producción, gestión y consumo. El verdadero desarrollo es el desarrollo humano integral sustentable de las personas y de su entorno, de nuestra casa común. Entonces, agua que no has de beber… no la dejes correr: ¡reduce, reutiliza, recicla!

Silvia Calvo LamasMálaga