Uno de cada tres doctores salidos de la Universidad de Málaga se ha ido al extranjero. Al rector le preocupa. Digo yo que más preocupante sería que no volvieran. El espíritu universitario lleva en su propia nomenclatura y ser el universalismo. O sea, salir de la aldea, airearse, aprender, empaparse de otras culturas e idiomas, intercambiar, intercambiarse. Y una vez hecho eso, a casa. O no. Lo ideal sería que aquí también vinieran. Filólogos irlandeses, químicos ingleses, ingenieros belgas, médicos italianos, etc. A investigar. Siempre nos echamos las manos a la cabeza con la cantidad de gente joven que se va. Y en efecto se van por la crisis, se van porque España para investigar y ser docente es un país mierdoso, se van por lo poco que se invierte en educación y por la falta de efectividad para retener el talento, pero también es cierto que sería preocupante si la gente no quisiera volar y las universidades fuesen unos territorios endogámicos, todos del mismo sitio y filiación y parentela. Iban a salir tontitos los egresados, que ya de por sí de algunas titulaciones salen como aplamplinaos, como cazando moscas. En cualquier caso, los datos son muy positivos para la Universidad malagueña. De un estudio sobre 227 doctores titulados, el 91,45% tienen trabajo. ¿Qué más quieren? De ellos, un tercio curra en el extranjero. Eso significa que el grado de inserción es brutal y que en el extranjero los estudios en Málaga son bien estimados.

Está claro que no se van por las bondades de tierras foráneas y sí por el sueldo. Cobran 1.971, 56 euros de salario medio en Málaga, por los 2.340 euros que reciben de media en los países donde desarrollan su actividad profesional. Donde generalmente la vida es más cara, eso también hay que tenerlo en cuenta. Pero también es tiempo, el del extranjero, en el que están revalorizándose profesionalmente para tener luego mejor estatus en España. Hay dramas, claro que sí, muchos, ahora mismo puede estar partiendo un chaval con dos titulaciones y cuatro másteres a una fría universidad a miles de kilómetros de su familia, obligado por las circunstancias. Pero no todas las salidas han de ser tomadas por dramas. También tenemos aquí ilustres colegas que un día vinieron a Málaga desde lejanos nortes, obligados, prefiriendo haberse quedado en sus casas. Y aquí están, compartiendo su talento. Y en la playa. A veces siendo los mejores panegiristas de estos lares. Bienvenido, doctor.