Pasará a la historia cofrade y de la ciudad como La Magna, con el artículo en mayúscula que le otorga el grado de sustantivo propio, de nombre nada común. La mayúscula, además, le da ese matiz de superlatividad. Porque fue superlativa. En etéreo, La Magna supuso un momento místico para quien quiso verlo así; también un jolgorio vacío para el que decidió ponerse las gafas del mero espectador. El cofrade, el que estaba con el pellizco durante la semana entera, supo disfrutar de un día irrepetible. La Magna en honor a la Patrona tuvo momentos para todo y para todos.
Fue La Magna una de esas situaciones en las que sólo hubo una protagonista: la Virgen de la Victoria. La Virgen de Málaga estuvo en su ciudad y con sus devotos. Cerca, frente a frente, donde es casi imposible sentirla. La Victoria es una imagen que siempre está en las alturas: en su camarín en la basílica, en el altar de cultos en la Catedral, en el trono? Hasta hace una semana era imposible mirar a los ojos a la Patrona. Gracias a quienes hicieron posible que, por fin, los malagueños pudiéramos tocar y sentir más cerca esa imagen.
Y ver a la Virgen sobre la carroza del Corpus, sin su habitual templete. ¡Qué maravilla! La Victoria parecía otra sin su acostumbrado ornamento, bajo palio y en la portada principal de la Catedral. ¡Único! Como le cantaba Rockberto -con todos sus respetos-, la Victoria es «ese peaso de mujer enana». Grande, como la devoción que Málaga tiene a este icono mariano que, en ocasiones, ha caído en el olvido. Pongamos en valor la labor del Obispado por revitalizar y tener presente a la Patrona. Sin duda, una de las labores devocionales que se deben al Obispo Jesús.
Fotos:
Virgen de la Victoria
Dolores Coronada
Esperanza
Expiración
Dolores del Puente
Soledad
Zamarilla
Virgen del Carmen
Trinidad
María Auxiladora
Rocío