La Victoria es el último barrio histórico, orgulloso de estar vivo, de rebosar vida y de hacerlo por sus cuatro puntos cardinales. Y tiene ADN cofrade. Una cadena de genes que mantiene su continuidad más allá de la Semana Santa. Sangre nazarena que el Domingo de Ramos tiene un carisma distinto al del Martes o Viernes Santo. La Pasión se vive y se siente en este barrio y sus vecinos sienten las cofradías como una seña de identidad. Cuando el sol está en todo lo alto de la plaza del Santuario, en la jornada inaugural, los servitas blancos empiezan a desplegar su penitencia de camino a la Catedral.

El Jardín de los Monos y el Compás aguardan con impaciencia. Los mismos bares que han vivido la Cuaresma sirviendo tostadas con mantequilla únicas, cortadas en damero perfecto, o cartuchos de pescaíto frito, se llenan a la hora a la que sale la Humildad de la basílica donde reside la Patrona que da nombre a este enclave donde huele a azahar en primavera. Un aroma que la memoria es capaz de recordar hasta en invierno.

El calor no fue un aliado. La plaza de cemento, no ofrece la placidez de una mínima sombra. Pese a ello, el público se agolpó a las puertas del templo para ver salir la procesión. El Cristo recuperaba la túnica después de la clámide con la que cubrió su desnudez el pasado Domingo de Ramos. Con una prenda o con otra, la soberbia imagen de Buiza a nadie deja indiferente. Por calidad. Por unción.

El binomio logrado con la banda de cornetas y tambores de la Esperanza es irrenunciable. Sones clásicos para los primeros metros: Requiem, La Virgen llora o Virgen de la Paz, para girar a la plaza de la Victoria. El exorno floral del trono, que relucía cual ascua de luz, equilibrado. Exquisito en su disposición y combinación de rosas, claveles, lirios y siemprevivas. Rojo y morado.

Ecce Homo, parece musitar Pilato cuando presenta al Señor del pueblo de Málaga. Aquí, el Hombre. Lacerado. Humilde. Rey.

La grúa se tenía que multiplicar en la Cruz Verde para retirar los coches aparcados. A las 14.15 salía la Humildad de la Victoria y ya se intuía que no le iba a dar tiempo. Por eso, la procesión tuvo que cambiar el itinerario previsto por culpa de los coches mal estacionados. Así que tuvo que suprimir el paso por las calles Peña y Mariblanca y tomar Frailes y Cárcer. Y bajar por Calderería, obviando Comedias y el entorno de los Mártires, donde la cofradía adquiere una nueva dimensión. En realidad es una procesión de rincones en su laberíntico itinerario. Nueva es momento culmen.

La Virgen de la Merced, con la banda de Palomares de Trebujena un año más, que con una cruceta cuidada con marchas como Virgen del Valle o Ione para comenzar su ascenso por Granada, se sumó al consuelo que le ofrecía San Juan. Y los más clásicos claveles blancos para el exorno del joyero que es su trono.