El Jueves Santo se cerró de forma espectacular con la procesión de Misericordia, Zamarrilla, Esperanza y Vera+Cruz, que completaron sus recorridos llenos de novedades.

MisericordiaViva el Rey del Perchel

Los alrededores de la iglesia del Carmen estaban repletos de devotos que querían ver in situ del Chiquito y la Virgen del Gran Poder. No cabía un alfiler y se respiraba la emoción que sólo un Jueves Santo en el Perchel imprime en quienes aman la Semana Santa. Pasaban las ocho y media de la tarde, y la Banda de Cornetas y Tambores de Bomberos rompía el murmullo mientras la cruz guía se abría paso entre el gentío. Los nazarenos de túnica burdeos y capirote negro se derramaban lentamente y la expectación aumentaba.

Llegó la hora de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia, el imponente nazareno que tallara el granadino José Navas Parejo en 1944. El Chiquito se hizo a la calle con el Himno Nacional y, justo después, y para avanzar en la estrecha calle que acoge la casa hermandad de la cofradía anexa a la iglesia, la Agrupación Musical Santa María la Blanca, de la localidad sevillana de Los Palacios, interpretó Misericordia al Señor. El trono avanzaba lento, con una dulce mecida que se hacía eterna en la tarde, y al fondo, en un cielo ya preñado de noche, se recortaba la imponente iglesia del Carmen, que tantos secretos guarda aún.

Luego, comenzaron a salir los nazarenos de la sección de la Señora del Gran Poder, restaurada por Álvarez Duarte en 1977. Las túnicas negras dominaban ahora la calle, y en esas llegó el momento en el que la Virgen del Gran Poder inició su recorrido procesional. El palio, con un leve movimiento, trazaba en el aire una oración por la Madre. La dolorosa, acompañada por la Banda de la Expiración, se hizo a la calle con el Himno Nacional, y, acto seguido, se interpretó la marcha dedicada a la imagen.

Este año, la cofradía estrena la restauración de la cruz con madera de cedro canadiense, que la hace más ligera, así como un rostrillo del siglo XIX comprado para la Señora del Gran Poder. El Chiquito lució su Medalla de Oro de Málaga, y los tronos llevaron crespones negros, no sólo por los atentados de Bruselas, sino por los recientes fallecimientos de José del Olmo, que fue durante años el albacea de la hermandad, y del consejero de la cofradía Juan Flores Ramos, cuyo deceso se produjo el pasado viernes. La Virgen recibió varias petaladas durante su itinerario.

ZamarrillaNuevos aires

La nueva junta de gobierno de Zamarrilla se estrenaba en la organización de la procesión y se consiguieron algunos avances notables. El exorno floral de la Virgen, abandonados ya los experimentos de hace varios años, destacó por la elegancia de la elección. Flores con distintos tonos de blanco que realzaban aún más el rojo del palio y el manto. Jugaban además las ánforas con distintas alturas, ofreciendo una mejor perspectiva de la Virgen. Esta, precisamente, fue otra de las novedades que presentaron, con una nueva ubicación de la imagen, que recuperó la posición central en el trono para mejorar su visibilidad. La disposición de la candelería también cambio para acoplarse a la nueva ubicación de la Virgen. La imagen iba vestida con un estilo que recordaba a los años 80 y que contrataba con la elegancia del traslado.

El trabajo de Albacería salió a la luz con una procesión bien estructurada y unos tronos trabajados. Como detalle de la candelería, las seis Marías (velas de mayor tamaño delante de la Virgen) llevaban una letanía popular, el anagrama del Ave María y el emblema de la rosa y el puñal. Además, el Cristo llevó un monte de corcho que recrea el calvario, incluyendo espino, tomillo, romero, buganvillas y rosas lilas.

La procesión contó además con la presencia de José María Castaño Fernández, inspector del Arma de Caballería y representante de la Casa Real.

Una novedad de este año fue la presencia de unos nazarenos portando los Evangelios abiertos por el pasaje que representa el Santo Suplicio y siendo un anuncio del interés por sacarlo en procesión.

EsperanzaNovedades y petalada

La archicofradía de la Esperanza presentaba muchos estrenos este años. No tantos patrimoniales como estéticos y de recorrido. La cera volvió a los arbotantes del trono de la Virgen, después de la restauración acometida por Manuel Toledano, que le ha permitido dejar por fin la parafina.

El Nazareno del Paso se presentó con túnica lisa este año, después del acuerdo de la Junta de Gobierno de alternar la lisa con la bordada. Eso sí, la cruz era la labrada en plata. Además, ofrecía una novedosa estética con el monte de corcho, elegante y simbólico, aunque parece que no gustó a todos. De hecho, un grupo de hermanos organizó una espectacular petalada al Nazareno en la calle Fajardo. Su objetivo era inundar el trono de pétalos morados, para tapar el monte de corcho.

La marcha Nazareno del Paso recibió el trono del Señor en su primer tramo por la calle, mientras que el Himno de Coronación fue la música para recibir a la Virgen de la Esperanza.

El cortejo caminó por una alfombra de 6.000 kilos de romero, casi el doble que el año pasado con intención de que se pueda echar durante todo el recorrido y que quedara algo entre que se deposita en la calle y pasan los tronos, algo que todavía parece una quimera por muchas peticiones que se hagan.

Otra de las novedades fue el recorrido, entrando por la calle Ordóñez tras cruzar el puente de la Esperanza a buen ritmo, para cumplir con los tiempos pactados. El problema llegó con la curva de la calle Ordóñez, muy justa de espacio y que ha dado más de un problema a las hermandades.

Vera+CruzPenitencia de madrugada

Desde que el Jueves Santo es Jueves Santo, la madrugada se cerraba con la salida de la cofradía del Paso y la Esperanza, pero en 2015 Fusionadas logró su sueño de procesionar, por el recorrido oficial, al Cristo de la Vera+Cruz, la imagen que salía al alba del Viernes Santo en estación de penitencia desde la iglesia de San Juan. La sobriedad de su cortejo impresiona, al igual que el recogimiento y la oración de los nazarenos, así como su estética contenida. Silencio entre el bullicio, sencillez entre la exuberancia, penitencia frente a la vistosidad del desfile militar.

La salida de San Juan, a las diez y media de la noche, es sencillamente un espectáculo para los sentidos. El rigor estético alcanza su cénit y el Señor de la Vera+Cruz, el más antiguo de los que se procesionan en Málaga, es crucificado sobre un trono de los años 50 adaptado al crucificado por José Enrique Lama Robles. La cruz guía va en silencio abriéndose camino en una noche que ha sido populosa, bullanguera, y el silencio es su penitencia. Detrás, los nazarenos también hacen penitencia con su estética: túnicas negras de cola, capirotes verdes y cinturones de esparto. Al Señor de la Vera+Cruz lo acompaña un grupo de instrumentos de viento (capilla musical Sibelius), la música perfecta para una procesión que hace catequesis de oración y fervor en las calles.