El 17 de abril de 1987 era Viernes Santo. Alozaina se despertó temprano. «El Encuentro», la procesión del Nazareno, la Virgen de los Dolores y del discípulo amado, una de las más seguidas por los feligreses comenzaba a organizarse a la hora tercia, como siempre.

Un grupo de jóvenes con edades entre los 15 y 16 años, paralelamente a los hombres de trono y nazarenos, también se arreglaban, bajo las miradas de estupefacción de algunos cofrades. Trajín de túnicas en desuso, cañas, una cruz inservible de la parroquia, sandalias de las que en la localidad eran conocidas como antoñitas, una corona de espinas y muchos nervios. Unos pocos de papeles blancos eran releídos por ojos inocentes.

Llegó la hora sexta. La procesión avanzaba por la calle Iglesia camino de la plaza del pueblo. Entre las filas de nazarenos se murmuraba, también entre los portadores del nazareno. La plaza entera clavaba sus ojos hacia la calle Iglesia esperando tras la cruz guía simétricas sartas de capirotes morados y elevado entre lirios y romero el señor de Alozaina.

«Camina, ¿no me has oído?», retumbaba al fondo de la calle. «Dejen paso al nazareno», seguía vociferando el centurión. Atado de cuatro cabos cruzó el preso la plaza. Los romanos apartaban los feligreses asombrados que se asomaban para contemplar la escena insólita. María, Juan, Magdalena, familia y amigos seguían al cortejo camino de la casa de Pilato. Allí le pegaron, le escupieron, se burlaron, lo juzgaron y lo nombraron Rey, mientras que el pueblo de Alozaina se emocionaba y lloraba a la vez que seguían al nazareno, de carne y hueso, por las principales calles del municipio.

Así comenzó La Pasión de Alozaina hace 30 años. Aunque la representación pechera de los últimos días de Jesús ya no se realiza por las calles, este Viernes Santo, para conmemorar los 30 años de Pasión, volverán extraordinariamente a revivir aquellas escenas originales de mediados de los 80.

Al filo de las 14 horas y una vez termine la procesión, se producirán las secuencias desde el Juicio de Pilatos hasta la Crucifixión, pasando por la calle de la amargura, las tres caídas, el encuentro con la madre o con María Magdalena. Y como antaño, el público tendrá que trasladarse a pie por las calles del pueblo al igual que lo hiciera el pueblo hebreo cuando conducían a Jesús al Gólgota.

Una forma de conmemorar estos treinta años de Pasión. Un homenaje a todas las personas que a lo largo de tres décadas ha participado encarnando personajes y a aquellas que desde un plano menos visible han trabajado distintas tareas. Para la ocasión el grupo de La Pasión de Alozaina ha realizado un cartel representando la entrada a Jerusalén, que durante muchos años abría el Domingo de Ramos.