El halo que se impuso ayer a la Virgen del Rocío dio algún que otro susto, tanto en el momento de la coronación como en la procesión. El primer fue cuando se rompió una de las estrellas de las doce que rematan la pieza. Al parecer, hubo un momento, en el momento de entrar en la Catedral, que cogieron el halo por las estrellas y su peso hizo que se partiera esta sujeción. El joyero y hermano de la cofradía del Rocío Manolo Fenoll, fue el encargado de arreglarlo con discreción antes de ser impuesto a la Virgen del Rocío. Posteriormente, Juan Borrero, autor del halo, remató el arreglo.

Ya por la tarde se produjo un nuevo incidente con este halo, cuando en la calle San Agustín, al poco de salir en procesión, se desprendió por el bamboleo que sufría al levantarse el trono. Hubo que sujetar la pieza con hilos al pollero, para evitar este movimiento que hacia temer por la ruptura de la pieza. De cara al Martes Santo próximo, ayer mismo ya se estaba especulando sobre la mejor solución para sujetar el halo.

Una anécdota curiosa la protagonizó el saetero Manuel Cuevas, cuando al referirse a la Virgen del Rocío durante la saeta la llamó «Reina de la Trinidad». Los murmullos del público fueron audibles. La rapidez de reflejos del saetero le llevó, sin despeinarse, a repetir esa estrofa, esta vez sí, hablando de la «Reina de la Victoria». Una gran ovación selló la equivocación, que no desmereció la gran interpretación de este saetero.

La salida del trono desde el interior de la Catedral fue compleja, aunque finalmente exitosa. El Rocío había cambiado los arbotantes delanteros por los de Virgen de Gracia, mucho más estrechos; modificó los varales exteriores y el moldurón de los laterales para ser desmontados y movió los arbotantes traseros. Pues con todos esos cambios, hubo dos tulipas de cada arbotante trasero que tropezaban con la puerta. Finalmente se optó por desmontarlas y volver a montar las tulipas al salir de la Catedral.

Esta coronación quedará en el recuerdo de muchas personas, pero también en las memorias de sus teléfonos móviles. Los brazos levantados con un teléfono apuntando a la Virgen fue una de las imágenes más habituales de la procesión y que se reproduce también en Semana Santa. En cambio sí fue inesperada la lluvia de arroz desde la fachada decorada por el Monte Calvario. Un gesto entrañable para la Novia de Málaga.