­Miguel Cortés lleva años demostrando que es no de los mejores tiradores de este país y ahora su hijo Enrique se acaba de proclamar subcampeón del mundo júnior de tiro al plato en Italia. Esta familia marbellí heredó la pasión por el tiro del padre de Miguel, que les enseño todos los trucos conocidos para la caza. Tanto es así, que Miguel Cortés empezó con el tiro al plato para seguir disparando en los periodos en los que la caza está restringida. Pero su pericia al gatillo era tal que empezó a competir hace siete años, primero a nivel regional y luego ya en categorías nacionales e internacionales.

Esta pasión por el tiro se la inculcó a su hijo Enrique, que con tan sólo 16 años se ha proclamado subcampeón del mundo de tiro al plato en Italia. La categoría júnior en este deporte comprende las edades entre 14 y 21 años, por lo que Enrique es un tirador muy precoz en conseguir grandes resultados a nivel internacional.

«Creo que estoy haciendo las cosas bien y es cierto que soy de los más jóvenes en ganar», explica con modestia el Enrique. «La progresión es muy buena y si no se descentra y sigue entrenando será de los mejores», apunta orgulloso su padre Miguel.

El subcampeonato conseguido en Roma es un gran éxito para el marbellí, pero él considera que podía haberlo hecho mejor. «Conseguí una marca de 190 de 200 platos que no está nada mal. Pero mi record está en 195 de 200».

Hubo un cúmulo de circunstancias por las que el pequeño de la saga Cortés no consiguiera ser el mejor del mundo. Primero la dureza de los platos italianos. «No son iguales que en el resto de Europa, en España con sólo tres perdigones te puede servir, en cambio en Italia he llegado a derribar un plato con siete perdigones», explica el subcampeón del mundo.

La otra razón por la que Cortés no logró mejor registro fue la reducción de seis a cuatro su escuadra de tiro. «En competición cada ronda disparamos seis tiradores en la cancha y en la final, por diversas razones, no se presentaron dos italianos. Lo que te hace perder el ritmo es que en vez de cada 50 segundos, disparas cada 30, aunque no debe ser una excusa», relata Enrique.

La admiración entre padre e hijo es enorme. Miguel se siente muy feliz de que su hijo siga sus pasos. «Es un orgullo inmenso ver que mi hijo, pese a todas las dificultades, tiene la paciencia y la tranquilidad para demostrar su valía en este deporte», apunta.

Por su parte, Enrique sólo tiene palabras de respeto por su progenitor. «Es mi maestro, todo lo que conozco del tiro lo se por él. Entrenamos juntos y siempre le pido consejo», dice.

El principal reto de un tirador es el conseguir disputar unos Juegos Olímpicos y para ello entrena Enrique con tantas ganas. «A largo plazo es mi intención, para los Juegos del 2020 espero estar allí, es lo máximo para un tirador».

La siguiente competición la tendrán en Toledo, donde representarán a Andalucía en el Campeonato de España autonómico.