Aquello fue algo apoteósico. Ver al argentino Walter Herrmann, renacido para el baloncesto, sentado en lo alto del aro de una de las canastas del Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza cortando la red, como un trofeo de caza, resultó impresionante. El Unicaja y una afición entregada se fundieron en un histórico abrazo durante aquella inolvidable y heladora noche del domingo 20 de febrero de 2005. Era la segunda alegría cajista en forma de título, tras la Korac de 2001.

El club malagueño conquistó su primer título nacional, una Copa que le dio lustre. El éxito en la capital maña fue el preludio de un trienio mágico, al que luego se unió el campeonato de la Liga 2006 y la presencia en la Final Four de Atenas en el 2007. Zaragoza fue el comienzo de todo.

Como casi siempre en la era Scariolo, el Unicaja se clasificó para la Copa por la puerta de atrás. Fue octavo. Pero desde el principio, todo salió de cara. El bombo le emparejó con el Etosa Alicante, el cabeza de serie más débil. Y a partir de ahí, la Copa vino rodada.

El Pamesa dominó en semifinales, pero el despertar de Herrmann, más la ayuda de Garbajosa -nombrado MVP-, voltearon el encuentro en el último cuarto.

Y el Madrid del excajista Louis Bullock mordió el polvo en la gran final. ¡Qué pasada! De aquel Unicaja campeón sólo queda Fran Vázquez. El equipo llega ahora sin ser favorito, como en aquella ocasión. No entraba en las apuestas. Este Unicaja va de menos a más, igual que los héroes de Zaragoza. Además juega en casa ¡Que la historia se repita!