Nos falta mala leche. Y discúlpenme por la expresión. Pero a este Unicaja Ese juego «subterráneo» que también vale, que a veces, llegado el momento, desequilibra partidos, decide detalles, y gana partidos, como el de ayer ante el Real Madrid. Un poquito de esa «fullería sana» que hay que sacar a pasear de vez en cuando. No está, definitivamente, en el ADN del equipo. Uno ve desfilar después del partido, uno por uno, a cada jugador del Unicaja, y te dan ganas de darles un abrazo. Y ellos, estoy seguro, te lo devolverían gustosos. Porque ese vestuario, salta a la vista, está repleto de chavales extraordinarios, con buen corazón y con un comportamiento ejemplar. Dentro y fuera de la pista.

Y quizá necesite el Unicaja uno de esos jugadores que te revuelven el vestuario pero que te solucionan partidos. Que, llegado el caso, se encara con Causeur cuando el francés las enchufa todas, y le saca de quicio. El típico jugador que le recrimina al árbitro que la banda es de Felipe Reyes, no de Augustine, y le echa la grada encima. Que con 84-78 arriba templa, manda y no envía un intento de alley oop al aro. O da un pase a la segunda fila de la grada. Ese tipo que las mete cuando hay que meterlas. Pero que también da cera, endurece el partido, tiene carácter y se enfrenta, si hace falta, hasta con su propio entrenador. Tengo ahora mismo una docena de nombres en la cabeza. Seguro que usted también.

Pero no hay de ese perfil ahora en nuestro equipo. Ni lo habrá. Preferimos buscar jugadores que no contaminen, aunque se te lesione un pívot de 2,15 metros y tengas que fichar un «cuatro» tras dos semanas de infructuosa búsqueda. Le ha ido bien con esa filosofía al equipo y, a base de competir, se han ganado un montón de partidos. El problema es cuando competir, competir y competir no basta. Porque, al final, hay que ganar. Y más a estos niveles, ante equipazos sensacionales, y con las exigencias actuales.

El Unicaja tuvo ayer la victoria en su mano frente al Real Madrid. Hay poco que reprocharle al equipo malagueño. Lo dio todo en la pista, aunque jugase a repartirse estopa con el Madrid, a intercambiar golpes. Eso siempre es peligroso. Y más, si permites que el Madrid te meta un 59% de tiros de dos y un 46% en triples. Eso es permitir demasiado a un equipo que no necesita, dicho sea de paso, ningún tipo de ayuda arbitral.

No creo que el Madrid ganase ayer por los árbitros. Pero sí es cierto que al final minan la moral. Que hubo una banda de Felipe, muy clara. Y el trío arbitral tuvo mucho más facilidad para pitar en una zona que en la otra. Pero el partido, con un Madrid menos Madrid que en otras ocasiones, lo dejó de ganar el Unicaja. No al contrario.

84-78 ganaba el equipo malagueño, hasta que se cerró la persiana. Ha sucedido otras muchas veces ya esta temporada, así que no se trata de hacer ya leña, sino de encontrar soluciones. Tras ese triple de Sasu Salin, a 5:12 del final, que puso el 84-78, el Unicaja no volvió a meter ni una sola canasta más. Ni una. Si te pasas cinco minutos sin meter ni una sola canasta en juego, lo más lógico es que palmes. Y, a pesar de eso, ante un Madrid a rachas, el Unicaja pudo haber ganado el partido. Se pasó los últimos 5:12 minutos viviendo de los tiros libres de Nemanja Nedovic«Nedo» no falló desde la línea de 4,60 metros. Los cuatro que tuvo los anotó. Dos de ellos, por cierto, precedidos de falta inexistente. Algo le debían dar los árbitros al Unicaja... Sí que falló «Nedo» en sus defensas a Fabien Causeur, en un pase a la grada y en la jugada final. Pero esa es ya otra historia. Causeur y sus siete puntos finales desequilibraron a un Unicaja que no vio aro. Que falló triples de Waczynski, de Alberto o de Suárez.

El partido fue una locura desde el arranque, con el Real Madrid repleto de acierto. Pablo Laso alternó defensas en zona con individual. Doncic trató de sacar ventaja de su mayor envergadura y posteó sobre McCallum. Randolph enchufó dos triples y el Unicaja sufrió: 7-13. Había que parar sí o sí la «barra libre» que tenía el Madrid. Jugarle de tú a tú conlleva riesgos realmente terribles. Especialmente, porque el Madrid estaba cómodo y jugaba fácil. Y el Unicaja, que no le perdía la cara al encuentro (17-19), sufría para seguir vivo.

Sucedió algo que, estando en el guión de cualquier partido, no ocurre todos los domingos. Nemanja Nedovic destapó el tarro de las esencias y mostró ese nivel superlativo que nos regala en muchas ocasiones. «Nedo» estaba juguetón. «Nedo» quería copar hoy las mejores jugadas de la semana en la ACB. Y el Unicaja aprovechó que Laso, con las bajas de Campazzo y Ayón, más un Rudy que apenas pudo jugar unos segundos por un golpe en el codo, tenía en pista su quinteto menos competitivo.

McCallum por fin puso al Unicaja mirando a los ojos al Madrid (31-31), y a partir de ahí prosiguió el «Show de Nedo», con apariciones también notables de Waczynski o Brooks, para poner mandando al Unicaja (48-45) y arriba al descanso: 48-47. El resultado sonreía a los verdes, todo pasión. Pero la mejor versión del curso de su estrella serbia (19 puntos) y un Madrid con bajas, y de capa caída en el segundo acto, sólo le había bastado para marcharse al intermedio con un punto de ventaja. Y con un 64% en triples (7 de 11). Estaba claro que para rematar al Madrid había que seguir remando. Y, sobre todo, defendiendo.

Brooks sacó ventaja a su emparejamiento con Tavares y el Unicaja se lanzó en el partido: 56-49. Hubo luego algo «raro». Varias decisiones arbitrales bastante discutibles, cayendo siempre de lado blanco. Dos tiros libres birlados a Augustine, un dos más uno a Causeur... Temas menores que ayudaron al Madrid a entrar en el partido. El francés Causeur se sintió cómodo y el Unicaja tuvo que volver a empezar: 60-67. Había que seguir remando. No quedaba otra. Salin anotó de tres, McCallum machacó un alley oop impresionante y luego el americano hizo esas jugadas marca de la casa. El base tiene la difícil cualidad de hacer fácil lo difícil, y viceversa. Eso de chocar contra las torres del Madrid hizo que Ray se lo pasara pipa. McCallum tomó el relevo de Nedovic y el Unicaja podía, al menos, seguir respirando: 74-75. Y Suárez le dio la vuelta de nuevo al partido: 77-76, a 7:04.

McCallum fue el hombre. Por eso, cuando Plaza le dio un respiro, el Carpena se cayó literalmente para agradecer al americano que a falta de 4:20, el Unicaja ganara 84-78 al Real Madrid. Y lo demás ya lo saben. Causeur las metió de todos los colores (84-84) y sólo Nedovic anotó puntos, desde la personal: 86-84. A un triple del francés (86-87, a 20 segundos) le siguieron dos tiros libres más para Nedovic (88-87, a 12,1). El galo anotó una bandeja y sólo dejó 2,5 segundos al Unicaja. «Nedo», sin fe, tiró una bombita que repelió el aro. Tercera derrota seguida y octavos. Ojo...