Los padres de Julen reciben abrazos de amigos y familiares y el cuidado de los psicólogos. La familia del pequeño no quiso alejarse de su hijo y durmió las seis primeras noches en su coche. Ahora pasa las horas en esta casa que les ha cedido una vecina de Totalán. Los padres no querían marcharse de la zona cero, pero ni a ellos se les permite permanecer donde las máquinas trabajan a destajo para llegar cuanto antes hasta Julen. La familia ha tenido que abandonar la zona por recomendación técnica. Los movimientos de tierra se acometen a toda prisa y amenaza el riesgo de desprendimientos. Un pueblo entero en vilo y volcado en atenciones. A la casa, no para de llegar comida. Otros vecinos abren sus puertas a técnicos y operarios para que no les falte de nada. Solidaridad en las que puedan ser las últimas horas de angustia. Todos los esfuerzos son pocos para que los padres de Julen se sientan acompañados.