Los habitantes de Torremolinos de hace 150.000 años ya demostraron tener buen paladar. Aún no había comercios. La concurrida y populosa calle San Miguel no era ni por asomo una de las vías comerciales más famosas del lugar. Ni tan siquiera había uno solo de los prestigiosos chiringuitos de playa que dan ese toque especial a La Carihuela. Pero sus vecinos, y más concretamente, los que vivían en la cueva del Bajondillo, ya comían marisco.

Lo dice un estudio arqueológico internacional liderado por el profesor titular del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, Miguel Cortés, que descubrió restos de moluscos de aquella época prehistórica.

Se trata del vestigio más antiguo de consumo de moluscos por parte de neanderthales descubierto hasta ahora. Y es que los arqueólogos pensaban, hasta el momento de este hallazgo, que las prácticas más antiguas de marisqueo las había realizado el homo sapiens, según los descubrimientos realizados en yacimientos de Sudáfrica.

«En el sur de África se empiezan a consumir recursos marinos con la aparición del hombre moderno, y hasta ahora se pensaba que la incorporación a la dieta de estos alimentos fue una de las causas que propiciaron el desarrollo del cerebro humano en tamaño y forma actual. Además, esta práctica y el uso de corredores costeros ayudó a la expansión del homo sapiens, lo que le llevó en última instancia a colonizar el resto del mundo», según el docente de la Hispalense.

Estos torremolinenses se decantaba, «sobre todo por los mejillones», como apuntó el responsable de esta investigación, aunque no sólo es en Torremolinos donde hay indicios de estos hábitos alimenticios. Y es que hay constancia de numerosos yacimientos arqueológicos en las costas de la península Ibérica, «desde Portugal hasta Murcia».

Los restos de moluscos encontrados no fueron aportados por la marea o de forma natural, sino que fueron transportados, según el estudio.