Un trabajo en la fábrica de los sueños. Eso es lo que ha logrado, tras mucho esfuerzo, el canario Alberto Corral (Las Palmas de Gran Canaria, 1979). De ahí, a participar directamente en algunos de los proyectos más importantes de la factoría fundada por Steven Spielberg. Shrek 4, felices para siempre se estrenó el jueves pasado en los cines de toda españa. Corral lleva algunos años en Los Ángeles y ahora, ya con un sueño cumplido como comienzo de su carrera, recuerda sus inicios en el mundo de la animación.

«Siempre me encantó el cine, pero los dibujos tenían algo especial que me cautivó. Yo sabía que quería dedicarme al cine pero aún no sabía en qué, hasta que aparecieron los primeros efectos por ordenador. Me dediqué a aprender en casa, por mi cuenta. Conseguí un software de animacion y eché horas y horas. Cuando supe en qué área quería meterme, me fuí a Madrid a un cursillo de tres meses. Y de ahí, a los dos meses, mi primer trabajo en videojuegos en Inglaterra. Me lié la manta a la cabeza y me fui sin hablar una palabra de inglés», recuerda ahora desde California.

De sus inicios en el mercado norteamericano, el más potente en el campo de la animación, destaca las dificultades de entrar en un mundo con «mucho nivel y donde hay mucho talento. Sobre todo, hay mucho dinero en juego. No se pueden permitir perder casi 200 millones de dólares si algo sale mal. Aquí la gente se prepara mucho y son muchos con los que compites. Aunque siempre entre empresas. Dentro de Dreamworks, es como una gran familia. No hay competitividad y siempre estan dispuestos a ayudar», explica.

Corral ha sido uno de los encargados de animar a los personajes secundarios de la más reciente y definitiva secuela de uno de los proyectos de animación más famosos de la última década. «Llevo poco tiempo en la empresa, así que por ahora sólo he trabajado en Shrek 4 y en Kung Fu Panda 2. Mi trabajo es animar los personajes del fondo, los que suelen estar o detrás de los principales o en multitudes de pelea, gente aplaudiendo, hablando, etc...», detalla.

Ahora, pese a su maravilloso trabajo, admite echar muchísimo de menos a su familia y a su tierra. «Sin embargo, no creo que vuelva en mucho tiempo, no encontraría trabajo». Además, Corral se ha adaptado muy bien a la vida de Los Ángeles: «El primer año es el más duro, pero luego todo va sobre ruedas. Es increíble».