La entrada de artistas del Teatro Cervantes presentaba ayer por la tarde una imagen inusual. Cerca de medio centenar de niños esperaban nerviosos junto a sus padres -igual de inquietos o más- a que la puerta de acceso al escenario se abriese para que diera comienzo el casting del musical Sonrisas y lágrimas, que se representará en Málaga entre el 14 y el 17 de junio.

Los responsables de este espectáculo buscan en cada ciudad a la que acuden a quienes representen el papel de los tres hijos más pequeños de la familia Von Trapp: Kurt, Marta y Gretl. Para ello solicitan niños con apariencia de entre 4 y 13 años, según el personaje al que opten, y con voces blancas. Los candidatos malagueños, con su número correspondiente pegado al pecho, fueron pasando uno a uno al escenario, donde les esperaban Carmen Márquez, responsable de casting, y Juanjo Rivero, productor ejecutivo del musical. Cada audición seguía el mismo patrón. Márquez marcaba una escala al piano para dar la entrada a la popular canción Do, Re, Mi, que cada niño debía que traer aprendida junto a un pequeño texto de su personaje.

«Desde que ponen el primer pie en el escenario comenzamos a valorar su desparpajo. Algunos lo pasan mal, pero el que lo superen te da la garantía de que luego no se vendrán abajo», asegura Carmen Márquez, quien lleva realizadas pruebas a cerca de mil niños por toda España.

Tras la canción y la breve escenificación del texto, Márquez les mostraba a los candidatos unos pases de baile cantados que ellos debían memorizar y repetir. Y así una y otra vez con cada niño, a los que Rivero grababa con una pequeña cámara para después realizar la selección de finalistas. «En muy importante que sepan coordinar los movimientos, puesto que después tendrán que cantar y bailar a la vez en las nueve coreografías del musical», señala la responsable de casting.

A los pequeños que llegaban más nerviosos, Juanjo Rivero les hacía gritar «¡Quiero hacer Sonrisas y lágrimas!» para espantar los miedos. Y funcionaba. Aún así, no lo gritaron muchos, puesto que lo más sorprendente era la seguridad y entereza que mostraban los pequeños frente a sus examinadores. Y por ello, a la salida del casting se vieron más sonrisas que llantos.

La búsqueda de niños surgió inicialmente en la producción del musical Sonrisas y lágrimas como «un problema» que se ha convertido en una sorprendente campaña de promoción. «Al principio era un inconveniente, ya que no se puede hacer una gira con un espectáculo con niños porque tienen colegio y no pueden faltar. Así que decidimos hacer un casting por las ciudades que visitamos», sostiene Márquez, que reconoce que como estrategia de marketing, el casting ha resultado «fantástico».