Filarmónica de Málaga

Director: Manuel Hernández-Silva. Solista: Jesús Reina (violín)

Transparente: claro, evidente, que se comprende sin duda ni ambigüedad». Precisamente esa ambigüedad posee, en ocasiones, ciertos recorridos que atentan contra el propio fin de las instituciones administradas. De este modo, decisiones o incluso la manifiesta dejadez política, sirva de ejemplo el estado en el que se halla la banda municipal, apetecen golpes de difícil comprensión. La RAE, en este caso, apela a la claridad, esa misma que la ciudadanía exige, prueba de ello fue la respuesta dada este pasado fin de semana, en los minutos de silencio que precedieron los dos recitales de la OFM, protestas por los recortes en plantilla. La Transparencia no es tanto la publicación a bombo y tuit de una agenda, por otro lado obvia, como la meridiana defensa de los intereses de las instituciones culturales, pulmón de una ciudad que se precie. El primer edil llegó y se hizo ver en el Teatro Cervantes. Sin embargo, fue obsequiado con la manifestación ciudadana más emocionada que nunca he presenciado. Desde la salida del primer profesor hasta la aparición del concertino de la OFM y durante todo el minuto que duró la protesta de los atriles, el teatro en pie no cesó de aplaudir a su orquesta. ¿Recogerá el mensaje de la sociedad malagueña? Debe explicar, como presidente del Consejo de Administración de la OFM, qué entiende por amortizar plazas y de paso explicar su papel ante el fracaso del proyecto del Auditorio, precisamente decapitado por los mismos de sus huestes.

Vamos a la música. Sibelius protagonizó el último abono de la primera orquesta, con su titular al frente, en un Cervantes que rozó el lleno. No era casualidad encontrar el teatro lleno ante uno de los programas más sólidos de la temporada que va despidiéndose. Monográfico dedicado al músico finlandés, al que los tópicos retratan a modo de estandarte patrio. Tan escueto marco apenas deja espacio para uno de los grandes sinfonistas a la altura de Mahler, Bruckner o el mismo Strauss, encargado este último del estreno berlinés del único Concierto para violín y orquesta del compositor. El violín de Jesús Reina, quien ya nos presentó dos años atrás el Concierto de Mendelssohn, hizo gala de serenidad, gusto y humilde heroísmo. Cualidades técnicas y también artísticas que definen la estructura orgánica de la página de Sibelius. Brillante cadencia en el primer movimiento, justificada sobre los materiales temáticos extraídos de los diálogos entre conjunto y solista que dan paso al lirismo de aires italianos del segundo tiempo, antes de tomar impulso al decidido ejercicio acrobático del finale conclusivo.

Tras el acertado acompañamiento de la OFM al violinista malagueño, la segunda parte del programa reservaba el primer trabajo sinfónico del compositor finlandés enmarcado entre los estrenos de la straussiana Vida de Héroe y la Noche Transfigurada de Schönberg. El maestro Hernández Silva optó por una visión pausada, aceptada por otro lado, que permite desgranar continuos cambios tonales donde la sombra de Tchaikovsky o Brahms no restan independencia al lenguaje modelado por Sibelius; Coherencia dinámica que denotaba sensibilidad en la batuta y no menos seguridad por la Filarmónica. La cuerda, consciente del decisivo papel otorgado en el desarrollo de la obra, consiguió empastar como hacía tiempo no escuchábamos. Por su parte, los vientos cedieron timbre por medida, especialmente unas maderas soberbias de tal forma que, lejos de las últimas ejecuciones sumarias, descubrimos una versión personal más propia de esa gran orquesta que es la OFM. Tal vez, una interpretación más ágil hubiera sabido a acrobacia vacía y efectista.