Adiós Arturo es una loca comedia, con toques surreales aliñada con las cosas que caracterizan a La Cubana: participación del público, sorpresas y mucho humor. «La gente viene al teatro y ve que nos inspiramos en ellos», asegura Milán, uno de los fundadores de la compañía catalana

La Cubana tiene un estilo de hacer teatro que la hace única. Ponéis al público como protagonista, como parte importante del espectáculo. ¿Eso fue desde el principio?

Con la Cubana Delicatessen hacíamos cosas en la calle de una manera espontánea, divertida, y nos dimos cuenta que el público, los comentarios que hacían, lo que hablaban entre ellos, eran más potentes que los nuestros y de aquí nos vino la afición de incluirlos en nuestros espectáculos consiguiendo ese teatro cotidiano, cercano, fresco, el que hacemos todos los días, el que pasa inadvertido como teatro. Es un teatro que hacemos en los mercados, en los autobuses, en la familia, en el trabajo, es un teatro de convención de frases hechas que utilizamos todos en las fiestas, las bodas, es el teatro que hacemos nosotros, es un teatro muy...

Participativo...

Sí, bueno, la participación nos viene porque como nosotros nos inspiramos precisamente en nuestra gente, nuestras familias, en la gente de la calle, en las farmacias, en el metro. Es un teatro que cuando el público viene ve que la fuente de inspiración son ellos y que nosotros somos nada más que transmisores, somos actores, ¿no? Yo pienso que la vida del ser humano está llena de teatro, el teatro no desaparecerá nunca mientras exista el ser humano, es una cosa que el ser humano lleva de forma intrínseca, muy hacia dentro y muy hacia fuera. Esto es que que llamamos teatro.

Ya lo decía Calderón De la Barca: el gran teatro del mundo.

El teatro lo es todo, es la política, porque todos hacemos un poco de teatro, nos ponemos la mascara, es algo que nos agrada, porque nuestras conversaciones deben estar bien, o ser dramáticamente incorrectas, o mal habladas muchas veces, pero es como habla la gente, por eso cuando viene al teatro se siente identificado, o identifica a su cuñada, a su suegra, a su primo, a su amigo.

Eres miembro fundador, actor, guionista, escritor en esta obra y también la dirige, ¿como se lleva todo esto?

Yo me considero teatrero, tal cual, más que actor o director. Siempre he sido actor, pero circunstancialmente me puse porque alguien tenía que dirigir, pero no sé si tengo ganas, no sé si mi futuro es el de director, no sé, yo pienso que mi verdadero vocación solamente es una y es el teatro.

¿Lo hacéis todo entre todos?

Sí, en realidad siempre hay una persona, en este caso soy yo, que tiene una idea, creas unos personajes y es cuando diriges el guion realmente, porque hasta que no tienes los personajes no haces el guion, sino salen con vicios o cosas que no funcionan, y entonces se pone en marcha, se adaptan un poco a los personajes que han salido en el guion, y a partir de aquí la gente improvisa y siempre hay una persona, que en este caso me ha tocado a mí, como podría ser otra, y deja la historia acabada hasta el criterio final colectivo.