A partir de mañana, esa fiesta que durante un mes han estado anticipando coros, cuartetos, comparsas y chirigotas sobre el escenario del Gran Teatro Falla, sale a la calle. Porque mañana empieza el Carnaval de Cádiz, una fiesta donde no valen malas caras, donde la risa y la diversión se acomodan en cualquier casapuerta para cantar sin vergüenza ninguna mientras se comparte un vaso de vino o una cerveza y se decide hasta qué hora aguantar en la calle. Porque el carnaval gaditano es muy callejero, comenzando por el principio, por el pregón que dará mañana el cantautor jiennense Joaquín Sabina en el escenario de la plaza de San Antonio. De allí, al cielo: al barrio de la Viña, donde se concentran durante las nueve noches, con sus madrugadas, que dura el carnaval las agrupaciones callejeras (también llamadas 'ilegales'), que tantan sin reglas y sin vergüenza en cualquier rincón. O a las plazas del centro de la ciudad, donde mañana se concentra la juventud más fiestera a presumir del disfraz más elaborado, o del más original, antes de acudir a la carpa municipal en algún momento de la noche. La madrugada del sábado da paso a dos días grandes de la fiesta gaditana: el Domingo y el Lunes de Coros (este último, festivo local), la actividad comienza a mediodía con la salida de los carruseles de coros en torno al Mercado Central y la popular plaza de Mina, lugares de encuentro de grupos de amigos y de familiar que comparten copas, coplas y cazón antes de emigrar a otros puntos del centro histórico, buscando a las agrupaciones y romanceros que cantan hasta bien entrada la madrugada. Siempre en la calle y siempre con dos coloretes pintados en la cara, un requisito indispensable hasta para el más sieso a la hora de disfrazarse, el modus operandi del carnavalero se repite durante toda la semana, cuando el jaleo solo da tregua por la mañana. De martes al siguiente fin de semana, el Carnaval de Cádiz vive de noche y duerme de día. Los concursos de coplas, dispersos por las plazas del centro y en la calle La Palma (centro neurálgico del barrio de la Viña), comienzan en la tarde noche, momento en el que las mencionadas ilegales comienzan a reunirse para salir a cantar. La chirigota del Airon, la chirigota del Perchero, los del Ukelele, la chirigota rockera, el romancero de Álvaro Bailén, las Niñas... son solo algunos de los nombres por los que tienen que preguntar si se dejan caer por la Tacita de Plata la próxima semana. Cada una con su estilo y su zona, con más o menos afinación, cantan con descaro a la actualidad y a lo cotidiano, sin ningún tipo de atadura, hasta el siguiente fin de semana, cuando los coros vuelven a subirse a las bateas para encarar la recta final de una fiesta que, en su programación oficial, ha repartido los eventos por más barrios de la ciudad (como, por ejemplo, el carrusel de coros por el paseo marítimo) y que incluye conciertos en el mencionado escenario de la plaza de San Antonio que, este año, corren a cargo de Nathy Peluso, La Pegatina y Pablo Milanés. Y si nueve días de fiesta parecen pocos, el domingo siguiente, 17 de marzo, los más jartibles vuelven a echarse a la calle para, en un ambiente menos masificado, volver a escuchar las coplas que más les han gustado o las que se han dejado por escuchar: es el Carnaval Chiquito.