Flamenco y tauromaquia se dan la mano para inaugurar la IV Bienal de Arte Flamenco de Málaga. El 3 de abril se estrena en el Teatro Cervantes el espectáculo La imagen de una pasión: Diálogo con Navegante, inspirado en las conversaciones que el torero José Tomás mantuvo con el toro que le infirió una cornada en la plaza de toros de Aguascalientes (México), y que se recogen en una obra literaria en la que también participaron escritores de la talla de Mario Vargas Llosa.

La joven bailaora Triana Ramos, a sus 21 años, se convierte en protagonista de un espectáculo que narra una historia que le resulta muy familiar. De hecho, su padre es Joaquín Ramos, una de las personas más cercanas a José Tomás y que se encarga de la selección de los toros que lidia el maestro de Galapagar. A Navegante, como a tantos otros astados, lo embarcó Ramos hasta el coso hidrocálido.

En este caso, Triana Ramos pondrá imagen a los sentimientos de José Tomas (que podría estar presente en el estreno), en la tarde de aquel 24 de abril de 2010, en la que el toro número 87 de la ganadería de Santiago le hirió de extrema gravedad. En sus propias palabras, «unos días después de despertar de la cornada de Aguascalientes empecé a recibir la visita de Navegante...»

Producto de aquellas conversaciones que el maestro hizo públicas al recibir el IV Premio Paquiro, el hombre y el torero se concilian con el animal que a punto estuvo de arrebatarle la vida y que pone el acento en un concepto que ha pasado ya a la historia de la tauromaquia: «Vivir sin torear... no es vivir».

La Imagen de una Pasión: Diálogo con Navegante cuenta con la dirección artística y coreografía de Rubén Olmo; contándose como artista invitado con el bailaor Antonio Canales, que dará vida a Navegante, y con la colaboración especial del guitarrista Rafael Riqueni. Completan el elenco artístico Juan José Amador, Enrique El Extremeño y Segundo Falcón, al cante; Juan Campallo, Camarón de Pitita y Manuel Amador, a la guitarra, y José Carrasco, en la percusión.

Estructurado en torno a tres actos, este espectáculo de una hora y media de duración penetra en los entresijos del plano emocional de una expresión artística, la tauromaquia, que por el valor de lo efímero y de la verdad que encierra es una fuente constante de inspiración para otras artes.