En septiembre de 1519 cinco barcos al mando de Fernando de Magallanes zarpan de Sanlúcar en busca de un paso para llegar a la isla de las Especias. De aquella flota solo regresará una nao con 18 hombres enfermos y conscientes de ser los primeros que han dado la vuelta al mundo. El escritor, un doctor en Historia que durante años se resistió a escribir literatura porque novela histórica podría ser un contrasentido, charlará sobre La ruta infinita el lunes en la Sala Unicaja María Cristina, en el encuentro provincial de clubes de lectura que organiza el Centro Andaluz de las Letras.

¿Hay algún suceso histórico contemporáneo que pueda compararse a la gesta de Magallanes y Elcano?

La llegada de los norteamericanos a la Luna. Magallanes quiere encontrar un paso para lo que entonces se llamaba el Mar del Sur, pero no sabe cómo hacerlo, va a lo desconocido, a ver qué se encuentra. Es un poco lo que le ocurrió a los norteamericanos, sabían que la Luna estaba ahí pero no qué se iban a encontrar. Y la tecnología que tenían en el siglo XVI para buscar el paso al Pacífico es igual de limitada como la que tenían en el siglo XX para llegar a la luna.

¿Y si la gesta la hubiera protagonizado un inglés?

Habría montones de películas, Hollywood hubiera magnificado la hazaña y nos hubieran convencido del valor extraordinario que tuvo.

¿Cuál es este valor, en su opinión?

Hasta este viaje los hombres no sabían las verdaderas dimensiones de la tierra. Magallanes piensa que la circunferencia de la Tierra era la mitad de lo que realmente era. No sabían que el Pacífico era inmenso y pensaban que una vez encontraran el paso la especiería era inmensa. La primera vez que el hombre toma conciencia del verdadero tamaño de la Tierra, es cuando Elcano llega a Palos.

¿Cree usted que a los españoles les cuesta convivir con su historia?

Es como si estuviéramos más cómodos en los lados oscuros de nuestra historia y no le diésemos importancia a los momentos más brillantes. Y creo que es porque nuestro pecado capital es la envidia. En cualquier otro país una persona que destaca es admirada, en España se va a por él.

También está lo de juzgar el pasado desde el presente, desde luego.

Sí, lo que los historiadores llamamos presentismo. La gente de otro tiempo tiene otro concepto de la vida, otra escala de valores y responde a otros criterios. Hoy la sociedad es laica y en el siglo XVI la religión lo inundaba todo. La honra y el honor era entonces lo más importante y ahora nos importa un huevo. Hay que tener en cuenta esos criterios a la hora de estudiar la historia pero también al escribir una novela histórica.

Pongámonos presentistas: La vuelta al mundo se logró después de que Magallanes traicionase a su país y Elcano desobedeciese a su rey. ¿Antipatriotas?

Creo que tenían un concepto de patria muy distinto al nuestro. En aquella época la patria está referenciada a personas concretas, como al rey. Magallanes, que es portugués, no tiene reparo en ponerse al servicio del rey de España, aunque nunca podrá nacionalizarse tal como hubiera sido su deseo. Y, efectivamente, si Elcano no hubiese decidido desobedecer la orden de Carlos V de no navegar por territorio portugués nunca hubiera dado la vuelta al mundo.

Como doctor en Historia que es usted, ¿el éxito de la novela histórica en España es el fracaso de la historiografía entretenida y bien contada?

Yo planteo que con la buena novela histórica se puede aprender historia€ Con la buena, porque después te ves cada cosa que€ Los historiadores no hemos hecho bien nuestro trabajo en el sentido de ofrecer una historia asequible. Hemos hechos historias sesudas pero duras de leer para quién no es experto. La novela histórica ha venido a sustituir a los ensayos asequibles y bien hechos.

¿Le ofende que la novela histórica sea tildada un subgénero?

En absoluto, porque creo que es tan género como la novela realista, la policiaca o la que sea. Es un género con fuerza suficiente y que por el que han pasado nombres como Walter Scott y Benito Pérez Galdós y en el siglo XX Mika Waltari, Robert Graves o Umberto Eco.