«Movemos constantemente el polvo de un lugar a otro, solo para que sea reemplazado por más polvo: la entropía siempre gana». Lo dijo Pablo Ruiz Picasso, en cuyo currículum hay tantas pieza maestras en la pintura como frases célebres. El malagueño concibió su obra como una criatura en movimiento eterno, y el Museo Picasso Málaga comparte la alergia por lo inmutable: presenta la sexta transformación de su colección permanente en 17 años, desde su apertura; 120 obras que ofrecen una nueva mirada al cosmos creativo inagotable del genio de La Merced. Si con 90 años don Pablo ejecutó algunos de sus cuadros más revolucionarios y singulares, la pinacoteca de su tierra, con menos de dos décadas de existencia, debe hacer lo propio, entienden sus responsables.

'Diálogos con Picasso. Colección 2020-2023' es el título del nuevo discurso museográfico, fruto del trabajo entre la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA) y el equipo artístico del museo; una labor titánica y dificultosa, rematada en pleno confinamiento de manera telemática por sus comisarios. La nueva distribución se debe a una selección de 162 obras prestadas por FABA, algunas no vistas en Málaga, así como a «una innovadora disposición escenográfica en los espacios», aseveró el director artístico del museo, José Lebrero (que ha contado con Pepe Karmel, profesor del Departamento de Arte de la Universidad de Nueva York, como comisario asociado en este proyecto).

Esta renovación contempla, asimismo, obras que alberga la pinacoteca actualmente y otras que regresan tras haber estado en la colección o en temporales. Se trata de 44 pinturas, 49 dibujos, 40 obras gráficas, diez esculturas, 17 cerámicas, un tapiz y una plancha de linóleo. Así, entre las 233 obras propias del Museo Picasso Málaga y las 162 de FABA, la colección contará con casi 400 obras de Picasso fechadas entre 1894 y 1972, de las que 120 se expondrán. Entre los greatest hits del stock, la escultura cubista 'Copa de absenta' (1914) o el regreso del lienzo 'Susana y los ancianos' (1955), e incluso un tapiz realizado a partir de 'Las señoritas de Avignon', que conservó el malagueño hasta su muerte.

Pablo Picasso sólo hay uno; maneras de conocerle, muchas. La sexta versión de la colección permanente del Palacio de Buenavista pretende mostrar el trabajo del malagueño en pequeños grupos de imágenes y esculturas relacionadas, que se enfoca en un tema tradicional distinto cada vez, como el cuerpo humano, el retrato o la naturaleza muerta; todo a partir de tres picassos: el revolucionario que contribuyó a un golpe de Estado artístico (en sus comienzos parisinos), el guía de la vanguardia (santo y seña en el periodo de entreguerras) y el viejo mago, el venerable pero también indómito autor veterano que se resistió a la siesta creativa. Karmel ha optado por una visión de, claro, diálogos y contrastes, de aparentes opuestos que se terminan complementando a la perfección para mostrar a un creador que en su amplitud serpenteante parecería polifónico, mutante, diverso.

El nuevo recorrido se inicia en la planta baja, introduciendo al visitante en la figura del artista mediante fotos y textos biográficos, para continuar con una serie de 'Damas y caballeros' con retratos de 1894 hasta 1906, y otra acerca de 'Cubismo: cuerpos' con obras de 1906 a 1914.

A continuación, 'Cubismo: bodegones' con trabajos de 1911 a 1922 se muestra en la misma sala que la sección 'Clasicismo moderno', de 1922 a 1923, siguiendo el recorrido por 'Modelos, bañistas y mujeres desafiantes', de 1927 a 1933, y con 'Metamorfosis y abstracción', del periodo de 1927 a 1932. En la planta superior, se continúa con 'El minotauro y otros monstruos', que contiene una selección de obras de 1928 a 1938, así como con 'Miradas implacables', con retratos entre 1934 y 1939. 'La anatomía del terror', con obra de 1936 a 1948, y 'Rostros de guerra y paz', con trabajos de 1944 a 1950, contienen obra de un periodo convulso.

Se accede a continuación al 'Bestiario', con representaciones de animales realizadas entre 1941 y 1960, y a los 'Paisajes carnales' de 1944 a 1971, paredes dedicadas a la representación gozosa, fuertemente erótica en algunos casos del cuerpo femenino. Con un Picasso ya instalado el sur de Francia, Regreso al mediterráneo aúna obra de 1948 a 1960, para dar paso a la sala de las 'Miradas familiares', con retratos de 1962 a 1965, antes de finalizar en 'El niño sabio', con obras de 1970 a 1972, justo un año antes de su fallecimiento.

Allí termina el recorrido del niño que aprendió pintando palomas y terminó trascendiendo las normas del arte, de la creación; el demiurgo minotauro en su laberinto mediterráneo, el hombre que desafía las leyes físicas a partir de su reimaginación de una copa de absenta, el voyeur de las miradas inquisitivas y distantes, el que viajó al clasicismo para cambiarlo para siempre al pintar lo que se piensa, no lo que se ve ... La nueva permanente del Museo Picasso Málaga juega con las piezas del puzzle que ya conocemos, añadiendo algunas nuevas y siempre, lo mejor, sin pretender componer una imagen definitiva, final, con todas ellas. Al fin y al cabo, hablamos de un creador que siempre se disgustaba cuando le preguntaba por el sentido del arte: «¿Por qué tratas de entender el arte? ¿Tratas de entender la canción de un pájaro?».

En todo caso, tal y como asegura Lebrero, Diálogos con Picasso. Colección 2020-2023 cumple uno de los grandes objetivos de la pinacoteca: «Una de nuestras misiones es preguntarnos qué vigencia y qué valencia tiene en el siglo XXI la obra de un artista nacido en el XIX y con gran importancia en el XX».