Vuelve la inspectora Carmen Puerto. ¿Ha sido difícil culminar esta novela, dada su extrema complejidad estructural?

Ha sido complejo, desde un punto de vista formal. Me ha llevado mucho tiempo encajar todas las piezas del puzle, adecuadamente. Sobre todo, porque 'El lenguaje de las mareas' desarrolla una trama muy clara, la desaparición de dos adolescentes, pero también desarrolla una serie de subtramas, con las que he tratado de enriquecer a los personajes y también abordar otros asuntos que me interesaban, como son las fake news, la avalancha de información que recibimos o el uso desmedido de las redes sociales. Dos niñas desaparecen cerca, creo recordar, de Punta del Moral, en Ayamonte. A partir de ahí, el pueblo, sacudido por la desaparición de ambas, se llena de rumores, habladurías.

¿En qué casos reales se ha basado para reconstruir ficcionalmente la narración?

No hay ningún caso real representado concretamente, pero sí es cierto que casos como el de Diana Quer, Marta del Castillo o Laura Luelmo están en las entrañas de esta novela. Todos esos delitos me horrorizaron, y todos ellos tienen en común que son chicas muy jóvenes las víctimas, y todas ellas por tener comportamientos que no serían peligrosos, por regla general, para los hombres, pero que sí lo son para las mujeres, desgraciadamente. Lo que viene a demostrar que la desigualdad de género se mantiene en los delitos violentos.

Me ha gustado especialmente el trabajo que hace con las mareas, los esteros, y esa forma de vida de muchos que, a caballo entre Portugal y Huelva, se ganan la vida como pueden. ¿Es el paisaje un personaje más en esta nueva entrega de Carmen Puerto?

Esto, con frecuencia, suena a estrategia publicitaria de la editorial, pero en este caso concreto no lo es. La novela comencé a escribirla cuando me di cuenta que buena parte de la historia debía suceder en las marismas que unen Isla Cristina con Ayamonte. Un paisaje abrumador, amazónico en muchos de sus tramos, salvaje y bello, pero también laberíntico. Un espacio asombroso, turbador, que encaja perfectamente en la trama de la novela y que se convierte, por presencia e importancia, en un personaje más.

Puerto es una investigadora sagaz, pero tiene un evidente problema para relacionarse con la gente: no sale de casa. En este caso, es una evolución muy lograda del arquetipo detectivesco de la novela negra hacia un ser humano imperfecto que roza la perfección en algunas áreas. ¿Es Carmen Puerto un ejemplo claro de que muchos han sustituido las relaciones humanas por las redes sociales?

Yo entiendo a Carmen Puerto y a su forma de vida como unas metáforas de nosotros mismos y del tiempo que nos ha tocado vivir. Igual que no creo en los malvados a tiempo completo, hasta los criminales más violentos seguro que tuvieron algún rasgo de humanidad, también estoy convencido que se pueden tener dones, grandes habilidades, pero al mismo tiempo grandes carencias. Somos imperfectos, y alguien que es una investigadora meticulosa y con una intuición desbordante, también puede ser una persona caótica, con grandes problemas psicológicos. Y su vida, en cierto modo, es como la nuestra: podemos tener «amigos» en Perú o Rusia, conversar con alguien de Nueva Zelanda, y al mismo tiempo estar muy solos.

¿Es ese el camino de la humanidad: estar hiperconectado pero, a la vez, cada uno de sus miembros estará solo?

Intuyo que sí, aunque entiendo que no debería serlo. Las relaciones virtuales nunca deberían sustituir a las reales, a las de carne y hueso. En cualquier caso, no nos olvidemos que nuestra existencia tiene mucho del girar de una noria, y las tendencias pueden llegar a ser muy cambiantes, y puede que acabemos saturados de tanta información, exhibición e interconectividad.

El padre de una de las niñas está inmerso en un caso de corrupción. ¿Toleramos hoy, más que antes, la corrupción pese a casos como Malaya o los ERE?

Tengo la impresión de que nos hemos acostumbrado más a ella, hasta el punto de naturalizarla. El que en muchas encuestas de opinión aparezcan «los políticos» en los primeros puestos de nuestros problemas debería hacernos pensar y mucho, ya que el objetivo principal de la política debe ser, precisamente, todo lo contrario: solucionarnos los problemas. Esa batalla partidista del «tú más» no ayuda en nada, todo lo contrario, y hasta que no se alcance un pacto amplio y consensuado de «no más corrupción», me temo que la seguiremos padeciendo.

Hay en su obra una evidente crítica a la prensa. ¿Cree que los medios hemos de reflexionar acerca de cómo nos acercamos a estos casos?

Hay una crítica muy evidente a cierto tipo de prensa, que no se debería calificar de eso, pero no a toda la prensa. De hecho, he tratado de mostrar todas las tendencias que nos ofrecen hoy los medios de comunicación. Hay periodistas y reflexiones rigurosas, pero también están representados esos espacios que hacen cualquier cosa por mantener sus índices de audiencia. En este sentido, hay medios que son muy efectivos para los cuerpos de seguridad del Estado, y que en más de una ocasión han sido sus aliados, pero también hay quienes la etiqueta periodista la perdieron hace demasiado, para convertirse en otra cosa que nada tiene que ver.

¿Habrá más aventuras de Carmen Puerto? ¿En qué trabaja?

Sí, habrá más novelas de Carmen Puerto, y relativamente pronto. En los primeros meses de 2021 vamos a recuperar 'Los amantes anónimos', de un modo un tanto especial. La primera novela de la saga protagonizada por Carmen Puerto no tuvo el recorrido que se merecía (la editorial que la publicó se declaró en concurso de acreedores justo cuando comenzaba a distribuirse), y estoy muy contento de que pueda tener esta nueva vida, en Almuzara, como 'El lenguaje de las mareas'. Además una nueva vida renovada, ya que no se trata de una reedición al uso. Solo puedo decir que es una novela diferente a la que vio la luz. Y he comenzado a trabajar en la tercera entrega. No he hecho nada más que comenzar, pero tengo muy claro lo que quiero contar.