Entrevista | Kiko Veneno Músico

«Hemos suplantado lo que de verdad importa, la vida, por la apariencia y la superficialidad»

A Kiko Veneno le ha gustado siempre experimentar e incorporar sonidos contemporáneos a su música sin renunciar a su esencia. Su nuevo álbum, Hambre, es un ejemplo de ello, como podrán comprobar los que asistan a los Atardeceres Larios el 12 y 13 de julio

El cantante y compositor Kiko Veneno

El cantante y compositor Kiko Veneno / La Opinión

Maite Alvite

Inevitable preguntarle por cómo la pandemia le ha influido en su vida y en su carrera. 

Bueno, pandemias hemos tenido de todo tipo, de otras enfermedades, de consumismo, enchufismo, capitalismo, destrozo de la naturaleza, odio al inmigrante... Hemos tenido muchísimas pandemias, lo que pasa es que vivimos en un planeta muy dominado por los medios propagandísticos, que se dedican a presentar el mundo tal y como les interesa. Vivimos a golpe de noticias totalmente falsas y a golpe de desinformación. La epidemia fundamental que tenemos es la de no querer saber.

¿No nos interesa ver la realidad?

A nosotros lo que nos interesa es estar tranquilos en nuestro sofá viendo a Nadal y que no nos cuenten nada sobre por qué los inmigrantes están muriendo en San Antonio, Texas, o en la valla de Melilla. No queremos saber nada del asunto y no solo eso, incluso a los inmigrantes que llegan aquí vivos los explotamos, los hacemos trabajar como esclavos y encima hacemos un partido político para echarlos…

¿Cuál es el repertorio de sus conciertos de esta gira?

Voy a hacer un repaso a mi trayectoria desde mi primer disco, el de 'Veneno', de 1977, hasta mi nuevo disco, 'Hambre' . El público, por supuesto, va a escuchar mis clásicos, tengo que tirar de mi repertorio que para eso es tan bonito.

¿Le sigue apeteciendo a estas alturas cantar 'Echo de menos'?

No me canso porque son canciones bonitas. Cuando entono 'Echo de menos' y la gente la empieza a cantar, me da mucha felicidad y eso no te produce nunca cansancio. Es una alegría.

Con 'Hambre' da un paso más en el camino que inauguró con Sombrero roto. ¿Qué persigue en esta senda en la que funde los ritmos más primitivos y el flamenco con otros sonidos contemporáneos como la electrónica?

Mi intención es puramente musical. Quiero reinventarme y recrear esos sonidos y hacer música, hacer canciones, hacer poesía. Lo que intento es dejarme llevar por mi intuición para ver las cosas que me van sonando por dentro, no repetir procedimientos ya hechos y utilizar sonidos contemporáneos. Me gusta experimentar, intentar crear nuevos formatos, nuevas sensaciones sonoras. 

¿Pretende también llegar a un público más joven introduciendo esos sonidos más modernos?

A alguna gente joven se consigue llegar, pero no es mi intención. La sociedad vive muy fragmentada desde la revolución pop de los 60 porque cada generación nueva necesita su música, su ambiente, su propuesta visual, su moda. Así que no es lo que pretendo de ninguna manera. Yo ya viví eso en los años 60, en mi juventud, y ya me dejé llevar por todo lo que mi generación ofrecía, por ese cambio tan fuerte que se produjo en la música en esa década. Eso cada generación lo puede vivir una vez. Como músico lo que yo intento es hacer cosas que vayan evolucionando con el tiempo, incluyendo los sonidos y las conquistas de las siguientes generaciones. Algunos músicos conseguimos salir de esa posición generacional y convertirnos en intergeneracionales o transgeneracionales. Lo que no puedo aspirar ahora es a ser vanguardia para la gente joven, sería una locura por mi parte. 

Se lo preguntaba también por su colaboración con C. Tangana, con el que grabó Los tontos. ¿Qué tal fue la experiencia?

La experiencia fue muy bonita y muy interesante musicalmente. Estoy muy contento de haber colaborado en cosas que han tenido tanto éxito y repercusión. 

¿De qué tiene hambre en su nuevo disco sobre todo? ¿De hacer bailar, de denunciar injusticias, de hablar de amor y desamor, de cantar a lo cotidiano…? 

De poder expresar la vida a través de la música. Es el hambre que quiero reflejar en este título y aparte tengo otras muchas como las que has dicho….

¿Está usted cansado de muchas cosas?

Estoy cansado de ver la estupidez y la imbecilidad del mundo. Estamos preocupados nada más que del aspecto exterior de todo, del fitness, de los tatuajes, del qué dirán, de los likes...y la vida la estamos dejando pasar a un lado y, sin darnos cuenta, la estamos destrozando. Estamos acabando con el sistema de vida en el planeta. Lo único que nos interesa es el ja, ji, ja, ja, y hacernos una fotito y ponernos el modelito. Hemos suplantado lo que verdaderamente importa, es decir, la vida, por todo lo que no vale nada, la apariencia y la superficialidad.

En España este año se podría batir el récord de festivales musicales. ¿Cómo ve usted el panorama?

 Bien, yo en concreto tengo trabajo, pero no sé cómo está otra gente. La situación no es boyante para los músicos, es como en todo. Hay un pequeñísimo número de artistas que está en la cima, que gana mucho dinero y vive desahogado, pero detrás de eso hay un gran campo en el que se pasa mucha fatiga. Yo estaría en medio, pero hay muchísimos músicos que tienen que trabajar muy duro para poder llevar un sueldo medianamente digno a casa, y la mayoría no lo consiguen. Esa es la situación del sector musical. Es una industria muy mal organizada de cara a dar trabajo a los músicos. Para el público parece que está bien, pero la parte del pastel que llega a los artistas es muy insuficiente.

Pero esto ha sido siempre así.

Sí, pero con la pandemia, como ha ocurrido con el mundo en general, se ha acentuado esta desigualdad. Con las nuevas tecnologías se ha acentuado también. Son poquísimos los artistas que tienen millones de likes y escuchas en Spotify y que ganan mucho dinero. Para que te hagas una idea, Echo de menos tiene no sé si diez o veinte millones de visitas en Spotify. Eso a mí me da diez o veinte euros al año. Esto es un sistema de latrocinio como todo, aquí unos pocos se llevan todo el dinero. 

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