Müsica

Camané: "Los portugueses conocemos mucho mejor el flamenco que los españoles el fado"

El conocido como Príncipe del Fado actuará en el Teatro Cervantes como parte del cartel del festival de músicas del mundo Terral. Es uno de los grandes exponentes del resurgir de una música que fue desterrada culturalmente por la Revolución de los Claveles  

«El fado tiene un sentido estético y una expresión única; cuando oímos fado lo sentimos, sentimos que es fado y eso no se puede explicar», dice

El vocalista portugués, en una imagen promocional.

El vocalista portugués, en una imagen promocional. / víctor a gómez. málaga

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Para muchos, el fado es sinónimo de voz de mujer. La sombra de Amális Rodrígues, el gran icono de la música portuguesa, sigue siendo muy alargada, quizás demasiado. Pero la historia del género de canción que nació en los barrios humildes lusos, serena y melancólica evocación de la saudade, «la fatiga del alma fuerte», en palabras de Pessoa, cuenta con una impresionante lista de cantantes masculinos que han llevado en sus gargantas ese fatum (de la palabra para destino en latín proviene la denominación) hecho melodías tan bellas como pesarosas. Camané es uno de ellos, un clásico ya a sus 56 años, que recogió joven, muy joven, el testigo de Fernando Maurício o Carlos do Carmo, fadistas legendarios, para mantener la emoción callada, hacia dentro de todo un país.

Carlos Manuel Moutinho Paiva dos Santos Duarte, nombre real de Camané, tiene fama de hombre adusto, serio. Las pistas las ofrecen sus recitales, extraordinariamente sobrios, sin florituras, que jamás se despistan de lo importante, el pálpito de cada canción (no busquen en su música las texturas modernizantes o juegos estilísticos con que bastantes han aderezado el fado de hoy). También el hecho, claro, de que es un cantante de fado, para muchos la música más triste del mundo. «El fado tiene un sentido estético y una expresión única; cuando oímos fado lo sentimos, sentimos que es fado y eso no se puede explicar», nos dice el vocalista cuando le preguntamos por su definición de la música a la que ha entregado su vida.

Porque Camané empezó a cantar fado a los 8 años, influido por una familia en la que la música era primordial (su bisabuelo también cantaba) y por una enfermedad infantil que le obligación a una larga convalecencia. Se hace difícil imaginar a una persona tan pequeña, de una edad en la que es más habitual jugar y correr, escuchando discos de Alfredo Duarte Marceneiro, canciones tan poco amables como las clásicas del género. ¿Qué encontró en ellos? «Eran los discos que había en casa de mis padres, y a partir de ahí empecé a construir mis fados con todas las referencias que oía en los discos», responde con naturalidad el fadista. Para él cantar fado es «como respirar, como beber agua».

Retrospectiva

Camané llega a Terral para hacer una retrospectiva de su carrera y presentar su octavo y último álbum, Horas vazias (2021), en el que vuelve a cantar temas originales de Sérgio Godinho, Jorge Palma, Pedro Abrunhosa, Amélia Muge, Miguel Amaral... Una trayectoria discográfica sólida e imponente que comienza con Amália Rodrígues (el mito del fado fue a escuchar a Camané a una casa de fado de Cascais e, impactada, le consiguió su primer contrato discográfico) y que ha contribuido notablemente a reinstaurar el género en el imaginario colectivo de su país (el régimen dictatorial del Estado Novo se apropió del fado y la Revolución de los Claveles supuso un cierto destierro social de esta música). «Sí, había un cierto prejuicio de que el fado estaba ligado al antiguo régimen, de que no tenía suficiente calidad... Una serie de nociones erróneas que se fueron corrigiendo con el tiempo». Modesto: él ha sido uno de los más decisivos correctores.

Aunque no siempre ha sido fácil, claro. «Cuando se vendían muchos discos en Portugal yo vendía muy poco, y ahora que se vende poco, yo vendo mucho más», aseveró Camané hace unos años. ¿Se sintió durante un tiempo incomprendido en su propio país? «Nunca me sentí incomprendido en mi país pero la carrera evolucionó, crecí dentro de mi fado y todo se hizo más al alcance de la mano», responde. Lo cierto es que hoy, convertido en El Príncipe del Fado, como se le conoce, sigue a la suya, explorándose para nutrir al fado de matices y registros: «Ha sido un crecimiento natural porque el fado siempre viene de dentro hacia fuera. Cada vez he dado más de mí pero de forma natural». Y como él, muchos otros artistas porque a Camané no le preocupa el futuro del género: «Hay mucha gente buena cantando y tocando que garantiza la continuidad, todos dando un poco de ellos mismos y de su interior al fado».

Siempre que se habla desde España con un artista, intelectual, miembro de la comunidad cultural portuguesa en definitiva, solemos preguntar por las notables distancias que parece haber entre países, sin embargo, tan cercanos. Así que le preguntamos a Camané: «¿Sabe más el español del fado que el portugués de flamenco?». Y responde: «Incluso por estas preguntas que haces veo que los portugueses conocemos mucho mejor el flamenco que los españoles el fado. Es muy normal que esto sea así, porque la dimensión de España y su fuerza de comunicación es mucho mayor que la portuguesa».

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